CANTAOR. Palomar. / O. CH.
Cultura

Palomar cuenta en la Escuela de Hostelería por qué quería cantar como Camarón

El artista explicó a los alumnos los hitos de su carrera vital y profesional

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El cantaor David Palomar abrió ayer los Desayunos del Quiñones con los alumnos de la Escuela de Hostelería de Diputación de Cádiz, un encuentro en el que artista desgranó sus experiencias en el mundo de la música y cómo no, sus vivencias adolescentes en La Viña, barrio que le vió nacer hace 31 años.

Esta actividad, que se repetirá una vez al mes durante todo el curso escolar, tiene como objetivo acercar a los estudiantes un personaje de relevancia de las facetas empresarial, artística, cultural o deportiva y enseñar cómo con esfuerzo, coraje y dedicación se puede lograr una exitosa carrera profesional.

Tal es el caso de Palomar, que a mediados de los años 90 saltó a la fama- de la mano de Miguel Bosé- con Levantitos. El cantaor reconoció que la juventud influyó en la escisión del grupo, al que abandonó para seguir su carrera en solitario. Desde entonces no ha parado de trabajar y cosechar premios. Sus colaboraciones con Mercé, Vicente Amigo, José Mercé, El Barrio o Mariana Cornejo, además de giras por Japón, Australia o Nueva Zelanda lo han encumbrado hasta lo más alto del flamenco actual, al que llegó, dice, «porque quería cantar como Camarón».

Durante el coloquio, el artista gaditano confesó «no poder estar más de tres meses» fuera de su ciudad y recordó sus paseos por la calle Trinidad y a las personas a la que «canta». También repasó los flamencos que más le han influido a lo largo de su trayectoria -Cristiana Hoyos y Chano Lobato, entre otros - y algunas de sus anécdotas más significativas, como la que ocurrió el día en que la Reina Doña Sofía asistió a un espectáculo en La Merced.

David Palomar, al que le hubiera gustado estudiar la carrera de Periodismo, se mostró ante los alumnos del Quiñones como un joven más al que lo único que le mueve es la pasión por la música, su familia y la gente «auténtica» de Cádiz. «Aquí ha venido Dios y nos ha tocado con una varita mágica, hay algo especial. No es normal el arte que se respira aquí», destacó. Una cita cálida en la mañana más fría de este otoño. Él puso la candidez, el auditorio, el respeto y la admiración.