Opinion

Liderazgo americano

Sin esperar siquiera a la aprobación del célebre rescate financiero (que, a fin de cuentas, se da por segura tras el terremoto del lunes en el Capitolio) a cargo del Tesoro, el mundo ha empezado a preguntarse si ha concluido el liderazgo norteamericano en el mundo.

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El presidente Bush, que no puede ser reelegido, no podría intentarlo visto el nivel de descrédito que alcanza su gestión (los dos últimos sondeos disponibles en RealClear le dan un 26 % de aprobación social); lo que sí hizo, en cambio, en 1932 Herbert Hoover, el presidente de la Gran Depresión de 1929. Aunque declaró detestar el oficio a esas alturas comprobó que no había nadie disponible.

Espigando aquí y allá lo que mucha gente cree percibir tras la crisis financiera y el peligro de hundimiento bancario general se podría hacer ya una jugosa antología de comentarios que unen a veces el hallazgo verbal al diagnóstico certero. Muy profesionalmente, la Unión Europea dijo ayer en Bruselas que los problemas se originaron en los Estados Unidos, lo que da a Washington una responsabilidad especial en su resolución. Una llamada al orden.

El comunicado esperaba, sin embargo, que el rescate sea finalmente aprobado y, lógicamente, no hacía valoración política alguna. Por ejemplo, al portavoz Johannes Leitenberger, no se le había ocurrido repetir el título del editorial del diario israelí Haaretz del jueves pasado: «Un imperio muy enfermo» en uno de cuyos párrafos se leía: «el capitalismo no ha muerto, pero los Estados Unidos están en la senda del declive».

Nadie osará emitir el certificado al respecto, lo mismo que nadie podía pretender, como decía el gran Gibbon hablando del Imperio Romano, que, a tal hora de tal día éste dejó de existir. De modo que historiadores, politólogos y psiquiatras sociales deberán ocuparse durante las próximas décadas de establecer si, en efecto, la era del predominio de Washington, abrumador tras la II Guerra Mundial y el establecimiento de la pax americana, tocará pronto a su fin.

Los muy pro-americanos, que son legión, parafrasean al irónico Emile Cioran: «el cristianismo agoniza; tiene los siglos contados».