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La oposición no logra escaños en el Parlamento de Bielorrusia

Lukashenko, el último dictador europeo, afianza su poder tras unas elecciones fraudulentas

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La expectativa de que las elecciones legislativas celebradas el domingo en Bielorrusia iban a ser auténticamente democráticas no se ha cumplido. El presidente del país, Alexánder Lukashenko, mantiene el título de último dictador de Europa, distinción que Washington le impuso por sus continuos atropellos a los derechos y libertades públicas. Según los primeros datos de un escrutinio que los observadores internacionales tachan de fraudulento, ninguno de los 110 escaños del Parlamento ha ido a parar a manos de la oposición.

Así lo reconoció ayer la presidenta de la Comisión Electoral bielorrusa, Lidia Yermóshina: «Los votantes temen perder lo que tienen». Sin embargo, el miedo al cambio no es la única causa de que la oposición vuelva a quedar marginada.

Ann-Marie Lizin, que encabeza la misión de observadores de la Asamblea Parlamentaria de la OSCE, declaró ayer que «estos comicios no cumplieron plenamente los preceptos de la OSCE para que puedan ser considerados democráticos». «Un tercio de los observadores denunció que no se les permitió supervisar nada mientras un 40% se quejó de que no tuvo posibilidad de seguir plenamente el escrutinio».

Por su parte, el relator de Derechos Humanos y observador de la OSCE, el español Jesús López-Medel, manifestó en declaraciones a este periódico que «el escrutinio fue excesivamente rápido y muy opaco».

La Cámara estará copada por personas próximas al régimen de Lukashenko. Ninguno de los 70 candidatos opositores han conseguido escaño.