KILOS Y KILOS. Un guardia civil inspecciona el cobre hallado / L. V.
Ciudadanos

Desarticulada una red de chatarreros que llegaron a robar cien toneladas de cobre

Robaban en centrales eléctricas, campos eólicos, catenarias de tren o el alumbrado eléctrico de las ciudades. En definitiva: todo lugar donde pudieran hacerse con metros y metros -y toneladas y toneladas- de cable de cobre, un material que luego vendían en diferentes chatarrerías de la provincia.

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Un total de 10 personas han sido detenidas -y cuatro más, imputadas- por la Guardia Civil en la llamada Operación Latero, como supuestos culpables de estos robos, en los que llegaron a sustraer 98.054 kilos de cobre, no sólo en forma de cable, claro, sino también del que forma parte de maquinaria; y 300 kilos de aluminio.

El robo de esta materia prima, fundamental en las redes eléctricas por su buena conductividad, se ha convertido en una práctica tan habitual que desde la Guardia Civil se ha llegado a establecer un Plan especial de Respuesta a estos delitos, dentro del cual se enmarca esta operación a gran escala.

Y es que el mercadeo ilegal del cobre se ha convertido en un negocio cada vez más común, ya que cada año se duplica el precio del cobre . De hecho, en los últimos doce meses, el kilo de este metal en el mercado negro ha pasado de cotizarse a tres euros a costar entre seis y siete euros.

El despliegue de la operación ha sido de tal magnitud que en ella han participado más de sesenta agentes de la Unidad Orgánica de Policía Judicial, del área de Investigación de Jerez, del Seprona y de la Patrulla Fiscal, que han realizado hasta 16 registros por hasta 10 municipios de la Bahía y Jerez, desde Sanlúcar hasta Ubrique.

Según indicaba ayer la Benemérita, la red desarticulada reunía a «los principales grupos dedicados a este delito», que formaban un grupo «perfectamente organizado» compuesto no sólo por aquellos que cometían el robo, sino también por quienes compraban el material sabiendo que habían sido conseguido ilegalmente.

Los delincuentes se dividían en subgrupos con tareas bien delimitadas, como los llamados «quemadores de cobre», que sustraían directamente el material, o los encargados de la venta. No se descartan nuevas detenciones, ya que la operación sigue abierta.