RESPETO. Van Looy transmite un gran respeto por sus clientes y por el sector. / ÓSCAR CHAMORRO
COSTA DE LA LUZ HABITACIÓN CERO turismo@lavozdigital.es ROBERTO VAN LOOY HOTELERO DE DOS MARES Y TRES MARES

«Soñé con un futuro en el que Tarifa vivía del turismo y de la gran industria del viento»

El hotelero Van Looy lleva más de cuarenta años luchando por alojamientos tan emblemáticos como el Dos Mares y ha sido premiado por Diputación por ser pionero en atraer visitantes por el surf

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Roberto Van Looy es el propietario de dos hoteles emblemáticos de Tarifa, el Dos Mares y el Tres Mares. Desde que llegó a esta provincia, en 1966, se convirtió en el primer defensor y más tenaz del viento de levante como atractivo turístico. Él tuvo la visión hace ya cuarenta años de lo que hoy es esta ciudad. La «industria del viento» -como él mismo empresario la llama- en aquel rincón de la costa gaditana, no sería lo que es sin su trabajo. A sus 67 años y tras una vida entera dedicada a fomentar el turismo en Tarifa, la Diputación de Cádiz le ha otorgado el premio al Turismo de este año como reconocimiento a su labor. Este empresario, que se escapa de la imagen estereotipada del ejecutivo enchaquetado, tiene cara de niño travieso y habla entre risas y sin parar de las bondades que tiene esta zona. Es un defensor incansable del viento, de la libertad y de la gente «guapa» porque según explica son los principales atractivos de este destino turístico que no tiene «nada que ver con el resto, ni de Cádiz ni del mundo, porque no hay un rincón como Tarifa».

-¿Qué buscaba en Tarifa cuando vino con 25 años?

-Buscaba salir de Holanda. (Risas). No está bien hablar mal de la tierra donde uno nace pero es que aquello era muy aburrido... Siempre llueve y la gente tiene la cara triste. No saludan cuando vas por la calle. Cuando terminé mis estudios en la Escuela de Hostelería en Amsterdam, me ofrecieron trabajo en varios hoteles: unos estaban en Perú y otros en este país y decidí venirme al Balcón de España, aquí en Tarifa. Esta decisión cambió mi vida para siempre.

-¿Por qué? ¿Qué encontró aquí?

- Echa un vistazo... Aquí encontré el paraíso. Cuando llegué y vi tanta naturaleza, este clima y la amabilidad de la gente pensé que me había tocado la lotería. Además, de aquí es mi mujer, Eugenia Núñez, una gran mujer en un cuerpo muy pequeñito. Nosotros, mi mujer y yo, viajamos mucho (aunque a ella no le gusta) porque creo que es fundamental ver lo que se está haciendo fuera de Tarifa para adelantarnos a lo que viene. Pero cuando regreso, cuando entro por la carretera de Algeciras siempre me emociono. En el aspecto turístico no encontré nada. Aquí había una sola discoteca en Algeciras a tres cuartos de hora de coche desde Tarifa. Pero se iba... (entre risas). Al principio, cuando cogimos lo que ahora es el Dos Mares en el año 1970, que entonces era un camping, sólo venían algunos franceses que iban de paso para Nigeria. A veces reservaban habitación por dos semanas y cuando saltaba el levante se quedaba el hotel vacío. Venían a la recepción y me decían que su madre se había puesto mala, que les habían llamado de su empresa, ... yo los miraba y pensaba: «A mí me lo vas a contar si aquí no hay quien pare con esta ventolera». Después llegaron los alemanes. Porque no sé si sabes que en aquellos años los alemanes no eran bien atendidos en Francia, por lo de la Segunda Guerra Mundial, y buscaban otros destinos en Europa. Trabajamos bien con ellos. Yo llamo a aquellos años el tiempo de la media pensión, porque venían con ese régimen. Desayunaban muy tarde y cenaban sobre las ocho porque ya estaban muertos de hambre. Era otro tipo de turismo. Después conseguimos atraer a los freaks del surf. Al principio eran unos cuantos melenudos (como yo) que venían con sus tablas y sin un duro pero yo sabía que detrás de esa gente vendrían más. Éste es un deporte caro y seguirá siéndolo y eso nos trae a un turismo de un poder adquisitivo alto. Los primeros en llegar fueron los alemanes del sur, de la zona de Múnich. Ellos hacían surf en un lago que presentaba muchas dificultades de acceso y vieron que les costaba menos coger un vuelo a Málaga y alquilar un coche para llegar aquí. Entonces éramos un destino barato. Y así empezó todo. Ahora esto está lleno de gente guapa que atrae a más gente guapa. Es fantástico.

-¿Cómo transformó un cámping en este alojamiento con tanto encanto?

-Intentando huir de lo que hacen las grandes cadenas. Algunas son tan perfectas que asustan. No queremos ser perfectos, sino diferentes y, ante todo, muy amables. Nosotros buscamos crear un ambiente de relajación en el que cada uno encuentre su rincón. Y la simpatía no está reñida con la discreción. Tengo ordenado a los trabajadores que cuando viene alguien famoso hagan como que no lo conocen. No hay que agobiar a la gente. Aquí se viene a desconectar. Por ejemplo, yo nunca me pongo traje y corbata porque creo que eso crea un ambiente de tensión que es contrario a lo que buscamos. Quiero que los clientes capten que aquí hay libertad para vestir, para levantarse o para quedarse tumbado. Aunque a veces notas cómo les cuesta. Cuando veo a un cliente que se levanta a las ocho para desayunar pienso: éste acaba de llegar, ya cambiará.

-He observado que en un ambiente arábico y andaluz no falta un buda en cada esquina, ¿y eso?

-Me encanta la cultura budista. Transmiten una serenidad y una alegría que a nosotros a veces nos falta. ¿Tú no crees que nos reímos poco? Además, cuando hubo un incendio en el Parque, ardió el campo de mi hijo y el fuego se paró a diez metros de la puerta de su casa, justo delante de dos budas de madera que él había puesto en la entrada. Entonces cambié muchos crucifijos por budas, por si acaso...

-Es indudable que ha trabajado mucho durante más de cuarenta años, y lo que le queda aún... pero, ¿por qué cree que le han dado este premio?

-Me lo han dado como representante de los empresarios de Tarifa que han creído en el deporte náutico y en la industria del viento. El windsurf, el kitesurf, la fabricación de tablas, la ropa deportiva que va de la mano del mundo de la moda, la energía eólica, todo se lo debemos al viento. Todavía me acuerdo de la cara de algún alcalde cuando yo le decía que Tarifa viviría del turismo. Me miraba con aquella expresión de no sé qué... y me decía: ¿Demuéstramelo! Como si hiciera falta demostrarlo...(ríe).

-¿Qué ha faltado en aquel modelo de turismo surfero que usted soñó para Tarifa?

-Deberían haber reaccionado antes. Siempre supe que el futuro de este rincón de Cádiz sería el turismo y no entiendo cómo otros no lo han visto antes. Aún hoy hay que adelantarse a lo que va a venir. Hay que estar alerta a las tendencias. En nuestro hotel Tres Mares hemos recreado un ambiente chill out por eso mismo, porque hay que escuchar al cliente y adelantarse a lo que quiere. Aunque no creas que los cambios no me asustan... Recuerdo que cuando inicié la última decoración del Dos Mares estaba aterrado porque he visto cómo cae un establecimiento sólo por eso. Pero cuando lo hicimos y vi que los demás me copiaban, me tranquilicé. Porque que te imiten no es malo, todo lo contrario, significa que no te has equivocado. Otra cosa que falta aquí es tejido empresarial local y sobre todo respeto al viento. Recuerdo cuando había un circuito de velocidad para kite y se lo cargaron haciendo unos pisos delante que cortaron las corrientes. Aquello fue en los noventa, pero creo que hoy no lo harían...

-¿Aprovechamos para aconsejar alguna línea de actuación a la Administración?

-Yo nunca he esperado que la administración me dé nada pero sí creo que deben apoyar al deporte. Ya lo hace Diputación y la Junta pero ahora los grandes campeonatos del mundo no se hacen aquí, sino en Gran Canaria. La gente no entiende la enorme repercusión que tiene un campeonato a nivel mundial. No se trata de los que viene aquí a verlo o a disputarlo sino de la publicad que hacen esas imágenes del destino. El cabildo canario está apostando muy fuerte por esto y me da mucho coraje porque aquello no es mejor que esto. Uno de los momentos más bonitos que yo he vivido fue cuando Turespaña nos subvencionó a través de un Plan de Excelencia el campeonato de kitesurf en 1996. Ahora hacen falta grandes campeonatos y la Administración pública debe saber que son inversiones muy rentables para el territorio.

-¿Le preocupa la crisis y la bajada de pasajeros en el aeropuerto provincial?

-No mucho, la verdad. Me preocuparía si estuviera en Sancti Petri o en Conil. Aquí tenemos a los españoles con dinero y para ellos no hay crisis ni necesitan el aeropuerto. De todas formas, yo nunca he creído en el turismo de masas. No debe ser nuestro objetivo porque para eso ya hay destinos más baratos en otros paises. Creo que Tarifa ha conseguido ser una isla independiente del resto de Cádiz, única en toda Europa. Nosotros lo que necesitamos son grandes campeonatos para que suene Tarifa. Más y más publicidad es lo mejor y si no que se lo pregunten a los de Coca Cola.

mmorales@lavozdigital.es