VUELTA DE HOJA

El estudio del CSIC

Con el trabajo que ha costado que una mujer tonta ocupe sin escándalo el puesto que habitualmente desempeñaba un hombre tonto, ahora vienen los científicos del Instituto Cajal a enturbiar la situación. Según ellos, la corteza cerebral masculina tiene más conexiones neuronales que la femenina. Un 30 por ciento más de sinapsis. Me apresuro a buscar en el diccionario de la RAE la palabra sinapsis, que confieso que no forma parte de mi vocabulario normal. Viene del griego y se deriva de unión, enlace, o sea, relación de contacto entre las terminaciones de las células nerviosas. Mi alarma crece. ¿Todas las terminaciones femeninas son iguales o unas terminan mejor que otras? Por otra parte, ¿depende todo de la corteza? Profesaba don Miguel de Unamuno la teoría, escandalosa en su tiempo, de que «todos tenemos la obligación de hacernos más inteligentes». Se creía que la capacidad mental de cada cual era inalterable y no podía modificarse ni con el estudio ni con el esfuerzo. A cada cual le ha dado Dios unas luces, nos decían. Como coartada era perfecta, pero su falsedad también era absoluta. El cerebro humano es como el mapa de la Isla del Tesoro hecho trozos.

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Una vez, hace bastante tiempo, Jaime Campmany, Pedro Rodríguez y yo entrevistamos al doctor Rodríguez Delgado en la tele. Acababa de cometer ETA uno de sus atentados más horripilantes y al hilo de la conversación le pregunté si el cerebro de un asesino era idéntico al mío, que no había hecho en mi vida más que tomar copas con mis amigos, leer, escribir y mirar el mar. «Idéntico», me dijo. «En cambio no es igual que el de su mujer, ni el mío es idéntico al de la mía». Se apresuró a decir que no hablaba de inteligencia, sino de estructura. El estudio del Centro Superior de Investigaciones Científicas no debe influir en eso que llamamos cuota. El fantasma ilustre de doña Simone de Beauvoir debe estar tranquilo, por lo menos en Occidente.