LA RAYUELA

El declive del imperio americano

Me gustan las películas y sus títulos me asaltan con frecuencia cuando tengo que titular un artículo. Me pasa ahora, cuando intento digerir el éxito de la aspirante a vicepresidenta de EEUU, Sarah Palin, en la Convención de los Republicanos. El título del artículo es el de la homónima película de Denis Arcand que retrataba el fracaso de la generación del baby boom, de los sueños rotos de los hijos de la abundancia en la edad adulta.

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Ingenuos de nosotros, dábamos por hecho que los neocons serían barridos por el viento del cambio que trae a Obama, pero la convención republicana ha sacado a los fantasmas del hoyo electoral. La estrella es la gobernadora de Alaska, una mujer de ideas más que conservadoras, reaccionarias. Conservadores son, los que como Bush o McCain, defienden el imperio unilateral, las exenciones fiscales de los ricos, las guerras preventivas como negocio para sus propias multinacionales, la irresponsabilidad frente a desastres como el Katrina, los limbos jurídicos como Guantánamo, la pena de muerte para negros y pobres o la sanidad para los que puedan pagársela.

El desastre de su desgobierno es tan grande que han tenido que cambiar de estrategia en plena campaña. Se han sacado de la manga a la ex miss de un lejano pueblo de Alaska y ahora prolífica madre, a la desesperada, con los tanques perdiendo guerras y la economía americana (subprime) originando una de las peores crisis económicas mundiales. El señuelo es otra vez la religión, la apelación a la irracionalidad y el miedo de la América profunda.

Palin era calificada por un corresponsal como «una mujer de fuertes convicciones ideológicas y morales». El problema es la naturaleza de estas creencias, radicalmente opuestas a las de los que sueñan y luchan por una sociedad más racional y justa para la mayoría, que no es su caso. Es la ideología de los que sólo pretenden salvarse ellos y sus familias tanto aquí en la tierra (individualismo feroz, rifles debajo de la cama, guerras preventivas, expolio y destrucción de la naturaleza...), como en el cielo (negar la evidencia científica de la evolución de las especies, dificultar la investigación biomédica, imponer por la fuerza sus creencias a otros individuos sobre la concepción o la muerte...)

En el paroxismo del cinismo político, un anciano de 72 años se presenta como adalid del cambio, cuando su partido, y él mismo, son responsables de los desastres, al menos, de los últimos ocho años. Es tan burdo el mensaje y la maniobra que uno tiende a pensar que no funcionará, por torpe y falaz, por su extremo descaro e inmoralidad. Pero, cuidado, los electores, sobre todo los americanos, son cada vez más títeres de la política de la información espectáculo, como Kapuscinski la denominaba, y nadie le puede negar la capacidad suficiente a las multinacionales del ocio y la información, como la CNN, de fabricar ídolos, aunque tengan los pies de barro.

Los republicanos no quieren hablar ahora de economía o de política internacional, quieren hablar de valores, porque esas otras cosas van mal. Es lo contrario de lo que sucede en España. Mientras la economía iba bien, la derecha llevó el conflicto al terreno de los valores. Ahora que va mal, sólo quiere hablar de economía. Si hablas de una ley de plazos para el aborto, estás arrojando cortinas de humo.