OCASIÓN. El portero de la selección bosnia Kenan Hasagic (suelo) despeja el balón ante la presencia de Sergio Ramos. / EFE
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La campeona de Europa supera con más apuros de los previstos a Bosnia

Una genialidad de David Villa y la colaboración del árbitro permitieron a España derrotar al conjunto balcánico El asturiano marró una pena máxima en la primera parte

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España superó a la abnegada Bosnia-Herzegovina con una polémica obra de arte de Villa, que remidió así el fallo de un penalti, pero quizá aprendió que sólo con el escudo de campeón no se gana. Aunque pesa en el buen ánimo propio, el respeto del rival y quizá la consideración arbitral, el título pasado no garantiza el éxito futuro. Ya lo avisó Del Bosque.

Como dictaba el guión, los bosnios regalaron sin el menor rubor el campo y el balón a los campeones de Europa. Había que tener paciencia para madurar al rival a base de toque, movimientos sin balón y Capel, ese exterior que la España campeona no tuvo en el Europeo y en el que cree el nuevo seleccionador. Pero ocurrió que en el primer tiempo la tranquilidad se confundió con la calma chicha y que tanto se cargó el juego sobre la izquierda que la máquina se descompensó. Rodaba mal. Necesitaba un paralelo y un equilibrado.

Cesc apenas entraba en juego. Como antaño, se robaba espacios con Xavi e Iniesta. Y se acusaban las ausencias obligadas de Fernando Torres y Silva. El red brinda espacios preciosos a sus compañeros al focalizar la vigilancia de los zagueros y el ché distrae al más pintado con sus diagonales. Villa estaba solo, demasiado aislado. España quedaba huérfana por la derecha, donde no estuvo hasta el tramo final Cazorla. Se dañó ligeramente un codo el viernes y quizá por eso no se le forzó.

Sergio Ramos debía de romper por el costado, pero el sevillano quiso ser más vistoso que pragmático y abusó de las frivolidades. Le sobra calidad pero en determinadas situaciones debe de entender que tampoco es Maradona. Perdió algún balón peligroso, subió en alguna ocasión junto a Capdevila y esos desajustes pasan factura.

Defensa descentrada

Hasta en tres oportunidades se presentaron los rivales en el área de Iker como Pedro por su casa. Pero fueron más inocentes que Heidi. Del Bosque entendió lo que sucedía y en el descanso reordenó las ideas. La selección pasó por su taller. Exigió algo más de intensidad y abrió a Iniesta. De pronto, el manchego se convirtió en el líder que precisaba la derecha. Y Fábregas al fin encontró una zona influyente. Adivinó el desmarque de Villa, le metió un balón precioso y el asturiano no perdonó. Arrancó en posición más que dudosa pero luego lo hizo de cine. Dribló al portero y, sin apenas ángulo, acertó con sutileza.

Abierto el partido, Del Bosque movió ficha. Entró Xabi Alonso, extraordinario en el amistoso de Dinamarca, y se fue Cesc. Creció España, que manejó con solvencia el choque hasta la conclusión. Se adueñó por completo del esférico cuando Cazorla suplió al desfondado Capel. Iker ya no volvió a sufrir. Los bosnios firmaron una digna rendición.