PRIMERA PARTE. Hoy llega a los cines. / LA VOZ
Cultura

«Quería filmar un cuchillo, no un poema»

Steven Soderbergh estrena mundialmente en España 'El argentino', la primera de sus dos cintas sobre el Che

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Acaba de montar una comedia empresarial en la que Matt Da-mon hace de chivato y prepara un documental sobre las prostitutas más caras de Manhattan. En me-dio, Steven Soderbergh vino a Madrid para defender la primera mitad de su Che. Durante la rueda de prensa respondió algo tenso a las preguntas más políticas. En corto, Steven Soderbergh se relaja y aprovecha cualquier oportunidad para desmitificar su oficio: «Nunca diría que rodar es arriesgado. Mi definición del término no tiene nada que ver con hacer películas. Lo peor que puede pasar es que alguien pierda un poco de dinero».

El director de Sexo, mentiras y cintas de vídeo accede entonces a explicar por qué su doble película sobre el Che esquiva las consecuencias de la revolución cubana al centrarse en dos momentos tan concretos: «La de Cuba es una historia que todavía se está escribiendo. En las películas mostramos la revolución cubana y la campaña de Bolivia, que están terminadas y puedes tomar con cierta distancia. Me recuerda a algo que dijo Mao cuando le preguntaron lo que pensaba sobre la revolución francesa. Es demasiado pronto para saberlo, contestó. En el caso de Cuba, sólo hace 50 años».

En castellano

El cineasta estadounidense tuvo que luchar para poder rodar su doble Che en español: «Era un personaje con una integridad personal muy fuerte. Por respeto a él había que mantener su idioma. No me podía imaginar a un montón de cubanos hablando en inglés. Parecería cómico. Y espero que termine de una vez la costumbre de rodar en inglés películas que transcurren en otras culturas».

De todos modos, Soderbergh no achaca a la lengua los problemas que sufrió para sacar adelante su proyecto: «No es sólo por estar en español. Por el tratamiento que se le da al personaje, por la escala del proyecto y por la seriedad que nos lo hemos tomado, es una manera de trabajar que en Hollywood está reservada para personajes blancos. Recuerdo algunas de las conversaciones con las compañías americanas. Lo que ellos veían cuando negociábamos eran dos películas sobre un montón de latinos corriendo con pistolas por la jungla».

Soderbergh cuenta que «no tenía ningún sentido hacer una película con suspense porque todo el mundo sabe que la revolución cubana se impuso». «Era más interesante», añade, «centrarse en los detalles me-nos conocidos de la guerrilla y de su ideología». Sobre el uso del color y el blanco y negro, que cambia según la época que retrate, el cineasta aclara con ironía: «La respuesta que me haría parecer más inteligente es que quería hacer más extremo el contraste entre la jungla y la visita a las Naciones Unidas. La respuesta real es que es mucho más fácil recrear un periodo de hace 40 años en blanco y negro. No tienes que preocuparte por el tono de los coches y los edificios».

Desde el principio

¿Con todo lo que ha aprendido del Che, cambiaría algo si empezara de nuevo la película? «Al principio, tenía en mente hacer una película más abstracta, pero a medida que investigábamos me di cuenta de que no sería apropiado imponer una narrativa artística a un personaje así, porque el Che era como una herramienta dura. Me di cuenta de que no quería hacer una película que fuera un poema, sino una película que fuera un cuchillo. La imagen que yo tenía de hacer algo más impresionista desapareció porque lo fui conociendo mejor y quería que la cinta fuera como él, dura y directa».