EL EMBRUJO. La cantautora malagueña Nanieva es la encargada de capitanear este mes las veladas mágicas del ciclo 'Esta noche toca'. / FRANCIS JIMÉNEZ
Cultura

Los amigos del Pay Pay

Cada miércoles el escenario de la popular sala del Barrio del Pópulo se rinde ante las voces más jóvenes y prometedoras de la canción de autor gaditana

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Enclavado en el barrio más legendario de la capital, a un paso de las dos catedrales -la vieja y la nueva- y los vestigios de lesplendoroso teatro romano se erige el gran baluarte de la canción de autor de la provincia. En la calle Silencio del Pópulo, el que otrohora fuera el más famoso lupanar de la zona, el café teatro Pay Pay, cede su escenario cada miércoles a grandes voces locales. Jóvenes artistas que, lejos de reproducir la figura del cantautor plasta que decía Pablo Carbonell, acompañan sus acordes con gran sensibilidad estética, letras sugerentes y evocadores poemas...

Durante el mes de agosto, el ciclo Esta noche toca, jam session para trovadores, está capitaneado por la malagueña Nanieva (www.nanieva.com), finalista en varios concursos andaluces y elegida como mejor letrista en la última edicion del Certamen de jóvenes cantautores de Elche. Junto a ella, una decena de músicos desnudan cada semana su alma durante algunos minutos ante la atenta mirada de los espectadores. Miedos, sueños de juventud, soledades, miserias, pasiones enfermizas, desamor y amores platónicos surgen de golpe en este embrujado local. Su dueña, Paloma García, paladea cada actuación detrás de la barra al tiempo que custodia las decenas de maquetas que pueden adquirirse en el Pay Pay, grabaciones -en ocasiones- caseras, que albergan ilusión y fidelidad al arte más minimalista, ése que no se vale de adornos y efectismos, sino que con la sola presencia de una voz prodigiosa y una guitarra evocadora se vuelve sublime.

Hablar sin tapujos

Alrededor de las doce, la hora bruja, las luces se vuelven tenues, las conversaciones se extinguen y las luces de neón con el nombre de la sala presiden el escenario. Tras una pruebas de sonido, Nanieva pregunta «¿Ya ha empezado el concierto?». En medio de la oscuridad, el público espera intrigado el primer acorde, la primera frase de la canción. Tras una vitalista presentación, Nanieva se lanza con Gusanos y tierra, un tema desgarrador que habla de un amor eterno, que trasciende las fronteras de la muerte, un amor dulce y desgarrado... «Mi cuerpo se congela, parezco una muerta y te rompo los huesos de tanto quererte. Ya sé que no me sientes, que esto es enfermizo, pero hablando de muerte, enfermar no es delito». El público secunda a la artista en los estribillos. Gran aplauso.

Tras una pausa, la trovadora malagueña prosigue su catálogo de letras corrosivas que tocan temas espinosos como la infancia corrompida, la homosexualidad, la guerra y la hipocresía de la sociedad moderna. Con su suave e ingenua voz, las frases se clavan más fuerte. «...Somos dos tuercas de acero, somos dos cubos de hielo, somos dos puntos seguidos, somos dos agujas sin hilo, somos dos piezas convexas, somos dos vocales abiertas, somos dos vacunas mezcladas, somos dos iguales contrarias...», reza su tema estrella.

¿Al escenario!

Después de interpretar sus primeros temas, Nanieva invita a sus amigos a subirse al escenario. No hay necesidad de convencer a nadie, los músicos del Pay Pay están enamorados de ese escenario legendario, por el que han pasado artistas flamencos, espectáculos de varietés, drag queen y jóvenes poetas.

El primero en salir es Kico Gómez con su Causa y efecto, uno de los temas principales de su nuevo disco. «Voy a tocar un tema que a Nanieva le gusta mucho», espeta. Tras su actuación, la cantautora malagueña retoma la velada con una revisión irónica del clásico popular Vamos a contar mentiras, una de las más aplaudidas por el respetable. Desde la primera fila, Verónica Díaz y la jerezana Neus esperan su turno.

En ese momento, Nanieva retoma el hilo con una versión de Soledad de Jorge Drexler y el guitarrista José Simonet se atreve con un tema instrumental. Este joven músico es uno de los miembros de la banda de rock Kool (www.myspace.com/ kool2006), en cuyas filas militan también los cantautores Verónica Díaz y Miguel Rodriguez -bajista del grupo- junto al batería Manuel Pantoja.

Al término de la exhibición de Simonet, Verónica se une a su compañero para interpretar un par de temas, Verte y Ahora -éste último incluido en el último álbum de Kool-. Esta joven cantautora atesora una de las voces más impresionantes y cautivadoras de las que se dan cita cada semana en el Pay Pay. Finalista en las dos últimas ediciones del certamen de cantautores de la sala gaditana, tiene una larga experiencia en distintas formaciones soul, blues y rock de la provincia. Con su último proyecto, Kool, actuará en directo el próximo 27 de septiembre en Conil dentro del Festival Akople Rock.

Tras la actuación, la joven jerezana Neus, una de las últimas incorporaciones a la plantilla del local, coge la guitarra y se arranca con un tema intimista, acorde con el ambiente mágico que se ha ido creando en la sala.

Minutos después, Nanieva resurge guitarra en mano para presentar una de las canciones más atrevidas de su repertorio, X, que, llena de referencias sexuales, provoca risas nerviosas entre los asistentes.

Para calmar los ánimos, Paco Medina se lanza con su versión del clásico de Drexler Todo se transforma, mientras que el contrapunto de humor lo pone uno de sus compañeros más jóvenes, Migue Gómez, con Te quiero normal, una canción de amor atípica que tira por tierra todas esas frases empalagosas e insulsas que pueblan hoy en día las baladas pop.

Tras la exhibición de Miguel Rodríguez, otro de los veteranos del elenco de trovadores, Nanieva decide desnudarse un poco más ante su público con la bella letra de La historia de la niña gris. Frases hipnóticas que auguran un final mágico a la velada. Con el anuncio del final del concierto, los incondicionales piden sus canciones favoritas. «Un error que tenemos los cantautores es que siempre tocamos las canciones nuevas, pensando que porque son nuevas son mejores...». Llega el momento de una «rareza»: Te comparto.

Varias cámaras de fotos surgen de la oscuridad para captar ese duende, ese embrujo característico del Pay Pay. Las mesas, abarrotadas. Al final de la barra, alguien apura su copa sin despegar los ojos del escenario...

alenador@lavozdigital.es