primera parada: cardiff (gales)

Apoteósico arranque de la gira mundial de Madonna

Medio siglo en los escenarios y tres hijos no han conseguido minar ni una pizca del derroche inagotable de energía que desprende la diva norteamericana

CARDIFF (GALES) Actualizado: Guardar
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Provocadora, dura, intimista, juguetona y muy sexy, a sus 50 primaveras, una Madonna con mil caras y en plenas facultades se ha mostrado hoy en Cardiff más joven que nunca para dejar boquiabiertos a los miles de incondicionales que se rindieron al arranque sobresaliente del Sticky & Sweet Tour, la gira mundial de la indiscutible soberana del pop.

Madonna aún no ha encontrado sustituta y así lo ha dejado claro la estrella estadounidense. La diva ya no recurre a la pornografía; no finge que se masturba en el escenario ni provoca al clero. La cantante exhibe ahora su yo más atlético: salta a la comba, se retuerce con movimientos imposibles o se convierte en boxeadora.

Con contoneos vertiginosos al ritmo del techno-pop, del piano, del violín o de lo que se tercie y con un sinfín de modelitos que se ciñen al dedo al palmito de la artista, la escenografía y la coreografía de la cantante quitaron el hipo en el Millenium Stadium. A lo grande. Al más puro estilo Madonna. No hay duda de que medio siglo y tres hijos no han conseguido minar ni una pizca del derroche inagotable de energía que desprende la norteamericana.

Un enorme Game Over puso punto y final al despliegue de estas mil Madonnas. Un colofón grandioso para la Ciccone, que llegará a España el 16 de septiembre, a Sevilla y a Valencia, el día 18 de ese mes, y que demostró que los 50 le sientan como anillo al dedo.

Dos horas de electrizante actuación

Con un físico envidiable, que ha logrado a base de interminables sesiones de gimnasia y yoga, el huracán Madonna se ha dejado la piel durante las dos horas electrizantes de concierto en el Estadio del Milenio.

Llegó más de media hora tarde, pero su público se lo perdona todo. La gira arrancó con el tema Candy Shop, del último álbum, Hard Candy, que contó con un preámbulo audiovisual muy al gusto de su majestad: varias pantallas superpuestas en forma de cubo, juegos digitales plagados de "golosinas" eléctricas; y una Madonna que se calzó unas imponentes botas negras para lucir músculo ataviada con clara estética dominatrix. Aquí, su cara juguetona y dura.

Siempre acompañada por una escolta de bailarines acrobáticos, le tocó el turno a Beat Goes On, con la presencia virtual en las pantallas de fondo de Pharrell William y para seguir abriendo boca, no faltó tampoco la Madonna más decadente: la que se paseaba montada en un lustroso descapotable blanco, coreada por el rapero Kayne West (que la acompañó virtualmente).