NUEVO PERSONAJE. «El Tila vive de los trapicheos pero tiene un corazón enorme». / EFE
ALEJO SAURAS ACTOR

«La fama está muy bien pagada»

El intérprete dará vida al delincuente 'El Tila' en 'Cazadores de hombres', la nueva serie de Antena 3

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El actor mallorquín ha dejado atrás al incombustible Raúl de Los Serrano para convertirse en El Tila, un delincuente de los bajos fondos, en Cazadores de hombres, la nueva apuesta de ficción para Antena 3. Cansado de la comedia e ilusionado con interpretar a un personaje más pegado a lo que es la vida, Alejo Sauras se mete en la piel de un individuo «tan ambiguo como real». Formado en la cantera de Al salir de clase, no ha parado de trabajar tanto en cine como en televisión. Su última aparición en la gran pantalla ha sido Mentiras y gordas, de Antonio Albacete. Sauras se niega a abandonar alguno de los dos registros y ya tiene en mente proyectos futuros, como una nueva película para 2009.

-¿Cómo es El Tila?

-Un chaval muy normal que ha crecido en un ambiente poco saludable. No tiene estudios ni ha salido del barrio. Vive de los trapicheos. Es muy listo, tiene valores afianzados y un corazón enorme.

-¿Le ha tocado el papel de malo?

-No es malo. Roza ese concepto. Sin embargo, tiene buen fondo. Está cerca del mal porque vive de la delincuencia, pero en el reparto hay otros que son peores.

-¿Qué le atrajo del personaje?

-Su ambigüedad. Conozco mucha gente así, delincuentes por fuera con múltiples valores por dentro. Lo siento cercano.

-¿Es complicado ambientarse en los bajos fondos?

-No. La imperfección es la base de la vida.

-¿Tenía ganas de cambiar la comedia por la acción?

-A la vez que he hecho Los Serrano he trabajado en el cine. En cuanto a las series, tenía muchas ganas de cambiar de registro y hacer papeles más reales.

-¿Cómo ve la situación de las series de ficción?

-Los canales no tienen paciencia para esperar a que cuajen los nuevos proyectos. El espectador es muy exigente y difícil de convencer. Espera calidad. Lo fundamental para las series es que las cadenas inviertan en tiempo y confianza.

-¿Estaba cansado del Raúl de Los Serrano?

-No, sería injusto decirlo. Siempre me ha gustado, es un personaje que ha madurado mucho. He disfrutado con él, aunque le saque diez años. No ha habido tiempo para cansarme porque he tenido la suerte de hacer cine a la vez.

-¿En qué se parecía a Alejo?

-Aparentemente, en nada. Raúl es muy impulsivo y siempre está seguro de sí mismo. En el fondo, todos los personajes tienen algo del actor, aunque nuestros valores son muy diferentes. Yo intenté darle la ternura que me caracteriza.

-La forma en que ha terminado la serie, que todo fuera un sueño de Diego, ha decepcionado a algunos. ¿Cambiaría el desenlace?

-No hubiera sido capaz de hacer un final tan bueno. Los españoles tendemos a criticar lo que no sabemos hacer. Tenía que terminar bien porque es una comedia. La única manera de solucionar los momentos tristes de la serie, como la muerte de Lucía, era ésta. Este final ha sido una grata sorpresa. Un sueño que muchos perseguimos, poder volver atrás en el tiempo.

«Crítico» consigo mismo

-¿Cómo fue su salto a la gran pantalla?

-El mundo del cine siempre lo he compaginado con la televisión. Es complicado estar en dos sitios a la vez, pero al cine le debo mucho. Tengo como referente a Julia Gutiérrez, una mujer incansable. Sería una falta de respeto decir que no llego a algo cuando ella puede con todo.

-¿Qué siente cuando se ve en la televisión?

-Algo raro. No me gusta verme, sobre todo en algo que hice años atrás. Soy muy crítico conmigo mismo y, si veo mis trabajos, no es para disfrutar, sino para aprender de los errores.

-¿Es caro el precio de la fama?

-Carísimo, pero muy bien pagado. Lo peor es la pérdida del anonimato y los sacrificios que hay que hacer para grabar durante meses sin parar. Es el tercer o cuarto año que no tengo vacaciones.

-¿Ha sufrido alguna vez el ataque de los fans?

-Sí. Sobre todo en la época de Al salir de clase. Me obligó a cambiar mi rutina y dejé de ir a la compra todos los sábados. Las multitudes me intimidan.