Espectáculo. Usain Bolt gesticula con sus zapatillas doradas tras batir un nuevo récord del mundo. / AP
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Bolt puede con Johnson

El jamaicano le arrebata su mítico récord de los 200 metros por dos centésimas y suma su segunda plusmarca mundial en los Juegos

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Sin rivales en las pistas, Usain Bolt ha presentado un envite a la historia y lo ha ganado. Nadie dudaba que iba a conseguir también el oro de los 200 metros. La exhibición que hizo el sábado en los 100 al dejar el récord en 9.69 y tener las tres mejores marcas del año (19.67, 19.76 y 19.83) le avalaban y le alejaban de sus hipotéticos rivales en la pista.

Sabido que iba a ganar el oro, la siguiente pregunta era cómo lo haría. Para ello se retó con Michael Johnson, el más fuerte de la historia en la distancia (nada de medianías), pero no en la pista sino en la tabla del ranking donde el norteamericano ya había corrido antes (el 1 de agosto de 1996) en 19.32. En doce años, nadie había podido con él, aunque tampoco había surgido un rival de talla, en tiempos en los que la velocidad mundial ha estado en crisis por culpa del dopaje.

Hasta ayer, en que Usain Bolt le apeó de su trono dorado, estremeciendo el Estadio Olímpico por segunda vez en tan sólo cinco días, con dos récords estratosféricos. Es el primer velocista en poseer a la vez los récords mundiales de 100 y 200 metros desde que el tiempo se mide electrónicamente.

Una partida impecable en la curva, con muchos metros de ventaja sobre el resto de los competidores, le permitió a Bolt encarar la recta con el motor de sus larguísimas piernas en pleno rendimiento hasta parar el crono en 19.30. ¿37 centésimas de mejora personal! Todo un mundo. Y con un viento desfavorable de -0,9, que no es que fuese mucho, pero que hubiese sido aún mejor de haberlo tenido a favor. Un mito se había caído de su pedestal mientras otro subía aclamado por los más de 90.000 espectadores que recibieron este segundo regalo para la mente.

Al final, ha tenido razón su entrenador, Glen Mills, de que debía correr los 100 metros para mejorar la técnica de salida en los 200, que es su verdadera prueba, como lo dijo antes incluso de que batiera el récord del hectómetro. La teoría del técnico Mills es que las carreras de 100 se ganan en la salida y no en la llegada, aunque sea lo más espectacular de cara a la grada. Bolt no era de los que mejor reaccionaban al disparo de salida, pero gracias a su coqueteo en los 100 metros ha sabido mantener una regularidad que le ha valido en su carrera de los 200.

La irrupción de Usain Bolt como el hombre más rápido del mundo ha supuesto un cambio en la tipología de los velocistas, o en realidad se ha dado una vuelta a los atletas de nervio, frente a los de fuerza y músculo que se habían impuesto en los últimos años en las pruebas de velocistas.

El reto de los 400

Aunque aún está por formarse del todo porque su vida atlética ha sido corta ya que hasta 2004 no entró en la escena internacional al batir el récord del mundo júnior y dejarlo en una marca de 19.93. Y eso, que su entrenador Glen Mills le vio unas cualidades físicas más que excepcionales para la prueba de los 400 metros, pero que Bolt rechazó porque los entrenamientos, decía, eran demasiado duros. Si en algún momento recapacita, igual cae el segundo trono de Michael Johnson antes de que Jeremy Wariner pueda decir nada.

La carrera de ayer duró casi 20 segundos, pero el desenlace final fue de horas, ya que el Jurado de Competición descalificó primero a Wallace Spearmon, tercero en la meta y, después, a Churandy Martina, segundo. El podio quedó al final con Bolt, oro (19.30); Shawn Crawford, plata (19.96, la mayor distancia entre un primero y un segundo); y Walter Dix, bronce (19.98).