Editorial

Hito olímpico

Los Juegos Olímpicos constituyen el espectáculo deportivo que mejor representa el valor del esfuerzo individual y colectivo y su transformación en hitos destinados a perdurar en la memoria común. Pekín 2008 será recordada ya para siempre como la cita en la que un solo hombre, el nadador estadounidense Michael Phelps, logró batir el legendario récord de Mark Spitz y colgarse del cuello ocho medallas de oro, una hazaña que le corona como el gran triunfador de los Juegos a lo largo de todos los tiempos. Phelps ha culminado un increíble desafío personal que engrandece una carrera repleta de éxitos, pero también ha logrado algo casi más difícil, que es que su indiscutible talento y su humilde personalidad hayan llevado a millones de aficionados de todo el mundo a disfrutar como propio de un triunfo que ya es patrimonio de toda la familia olímpica. Esa capacidad para contagiar el espíritu competitivo y hacer que ciudadanos de procedencia dispar se identifiquen con las victorias, más allá de la nacionalidad del deportista, también la atesora Rafa Nadal, que ayer ennobleció con el oro el tenis olímpico y su proclamación oficial como nuevo número uno del planeta.

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Ésta ha sido considerada siempre como una disciplina de segundo orden, hasta el punto de que entre los grandes profesionales del circuito masculino sólo Andre Agassi había logrado subirse a lo más alto del podio hasta la fecha. Con su triunfo ante el chileno Fernando González, Nadal no sólo redondea una temporada excepcional en la que ha desbancado a Roger Federer y ha ganado Roland Garros y Wimbledon. Su voluntad de disputar los Juegos en vísperas del Open de Estados Unidos, un torneo más apreciado por los tenistas de élite, y su disposición a poner su habilidad al servicio de las aspiraciones del equipo español ha conferido un brillo singular a una medalla que dignifica también el tenis como deporte olímpico. El empuje exhibido por Nadal en los últimos días alimenta la magia natural de los Juegos para realzar la valía individual y hacer que ésta revitalice la opciones del conjunto. Lo que el caso del equipo español significa haber remontado la depresión de los días sin recompensa, además de una apelación para mantener el pulso en la semana de competición que queda por delante.