CONCENTRADOS. Los jugadores del Cádiz tienen una nueva oportunidad para reconducir su romance con la hinchada cadista. / MIGUEL GÓMEZ
Cádiz C.F.

Noche de reencuentros

El Cádiz se cita con la afición en el Trofeo para empezar a curar las heridas del descenso Armando regresa a la puerta de Carranza para defender los colores del rocoso Athletic

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Las noches de fiesta también se hacen su hueco en los años más tristes. Son fechas para ilusionarse, para dejar atrás las penurias del pasado y soñar con las alegrías que puede deparar el futuro. En Cádiz, la esperanza se apellida Carranza y se nombra Trofeo. Manda la tradición, que lucha contra el tiempo y mantiene un cartel estelar, una expectación inusitada (pese al descenso de abonados y la ausencia de televisión) y el aroma de la carne asada en las barbacoas.

Y cómo no, a su Cádiz del alma. El equipo amarillo regresa a su estadio tras una temporada horripilante que tendrá que expiar en las catacumbas del fútbol, salvo milagro en forma de recurso. El amarillo ha dejado de brillar como antaño, sus gracias y desgracias ya no son tan vitoreadas como hace apenas dos campañas, y parte importante de la afición le ha dado la espalda como medida de castigo.

Hoy, el conjunto gaditano se reencuentra con su hinchada. El recibimiento se espera frío, sin merecerse demasiado abucheo porque el radical cambio de timón merece al menos el beneficio de la duda. Javi Gracia desea enganchar desde el inicio, sabedor de que en fútbol un clavo quita otro clave, por muy gordo que sea.

La dubitativa (y lógica) pretemporada ha de dar paso a un Trofeo que disfrute con un Cádiz rocoso y batallador. El entrenador ya tiene configurado su bloque, todavía de circunstancias a la espera de que se acoplen las nuevas incorporaciones. Kiko Casilla se antoja intocable en el arco, respaldado por Cristian, De la Cuesta, Raúl López y, posiblemente, Mansilla (David García lleva poco tiempo entrenando con normalidad).

El técnico navarro se amolda al 4-1-4-1, con un único pivote defensivo formado por Bezares, y con Fragoso y Fleurquin más adelantados. Las llegadas de Caballero y Víctor Ormázabal le cambiarán el semblante de un equipo que necesita un verdadero organizador.

Por diestra Enrique y siniestra Juanma, queda por definir una delantera en la que Fran y Rubiato ganan enteros. Barreiro y Acuña son las alternativas.

Javi Gracia ofreció ayer su convocatoria, con 20 profesionales y cuatro descartes absolutos. Andrade, Fornell, Vella y Luismi saben con seguridad que no encontrarán hueco en el primer equipo.

El Cádiz se reencuentra con su afición, ésa a la que vio por última vez con lágrimas en los ojos y derrumbada en la grada de Alicante. Muchos ni siquiera escucharon sus protestas pues prefirieron marchar rápidamente de vacaciones antes de enfrentarse a la cruda realidad subidos en el autobús.

Pero sus miradas no sólo se cruzarán con aquellos que les pagan y les mantienen. También con un ex compañero, leyenda viva del cadismo, que nuevamente defenderá la puerta de Carranza pero con otra camisola. Armando regresa a la ciudad que le catapultó a Primera, donde dejó huella, por lo que el duelo de hoy tendrá mucho de partido-homenaje.

Craso error para quienes osen pensar que el Athletic de Caparrós es un convidado de piedra. El técnico utrerano está enfadadísimo después de las tres últimas derrotas cosechadas en pretemporada. Su ambición no conoce límites, ansía llevarse a Lezama el trofeo más brillante del verano. Ha ensayado con el once que probablemente salte esta noche al Carranza, y que cuenta con futbolistas como Iraola, Ocio, Javi Martínez, Susaeta, Arroyo y Llorente. En su contra jugará el cansancio, pues aterriza esta misma mañana y se aloja en San Fernando pocas horas antes del choque, y la motivación.

Porque el Cádiz saldrá a morder. Javi Gracia se lo ha dejado claro a los suyos: Quiere ganar el Trofeo. O en su defecto, dejar un buen sabor de boca entre el aficionado, «es necesario». La primera impresión es la que cuenta, y el navarro va a acicalarse bien para su primera cita con la hinchada amarilla. No con maquillaje seductor sino con pinturas de guerra. Que ya está bien de vaguear en el campo.

jaguilera@lavozdigital.es