«Batman es la terapia contra los demonios de Bruce Wayne»

Christian Bale no da un duro por la fama, pero lo arriesga todo por una gran interpretación. El actor galés vuelve a ponerse la máscara del hombre murciélago para convertirse en la sensación del verano. Es el Batman más esperado y aplaudido; la última apuesta de una industria que ante la crisis recurre a los superhéroes del cómic para ver si alguien se pasa por las salas al salir de la playa.

Llega a España El caballero oscuro, séptima adaptación cinematográfica de la interminable venganza con la que el multimillonario Bruce Wayne busca ahuyentar los fantasmas que le persiguen desde que de niño presenciara el asesinato de sus padres en un callejón de la ciudad de Gotham. La eterna lucha entre el bien y el mal que siempre funciona en taquilla.

En nuestro país se han distribuido 571 copias, mientras que una producción nacional importante no llega a las 100 y en Estados Unidos, donde se estrenó hace un mes, nadie ha conseguido apearla del liderato en la lista semanal de las películas que más recaudan. Hasta ahora lleva ingresados 295,4 millones de euros y se sitúa como la tercera cinta que más dinero ha conseguido jamás por este concepto. Titanic (James Cameron, 1997), con 401 millones y La Guerra de las Galaxias (George Lucas, 1977), con 308 millones podrían acabar bajo la capa de El caballero oscuro en pocas semanas.

-Y eso que la saga de Batman se daba por agotada hasta que Christopher Nolan la recuperó en 2005.

-Yo creo que el estudio ofreció a Nolan la dirección de la secuela de Batman Begins en reconocimiento a su éxito. Eso me llevó a repetir la experiencia a mí también, y que cuando aceptas una entrega te obligan a firmar la siguiente claro. De todas formas, yo quería hacer otro Batman y tener la oportunidad de llevar el personaje a un lugar más oscuro.

-¿Más decadente?

-No exactamente. Quiero mostrar la vulnerabilidad del héroe. Y si a la gente le gusta lo que hemos hecho con el personaje, nos brindarán la oportunidad de llevarlo aún más lejos.

-¿Cuál fue su estrategia para interpretar Bruce Wayne y su 'alter ego'?

-Hacerles completamente distintos a los de las entregas anteriores. No se trata de crear Bruce Wayne dentro de un traje de Batman, sino de representar a un tipo que tiene muchos demonios en su interior, un hombre con muchísima energía negativa que no sabe cómo canalizarla. Está abrumado por los sentimientos de culpa que le provocan la desaparición de sus padres. Batman es su terapia, su escape, ha dejado de ser humano para convertirse en una criatura diferente, un ser que intimida a los demás y es precisamente esa característica la que me pareció muy atractiva.

-El rodaje ha tenido sus peligros, ¿no?

-Ha sido memorable. He tratado de interpretar todas las escenas arriesgadas que me han dejado. Reconozco que me gusta sentir la adrenalina en ellas. Ha sido divertidísimo y me siento muy cómodo en las secuencias de acción.

«Necesita humor»

-¿Cual es su Batman favorito?

-El de la serie de televisión de Adam West. A Batman hay que interpretarlo con mucha carga cómica, pues en el fondo es un hombre corriendo dentro de un pijama negro y con una capa. Y piensa que puede desterrar el crimen por sí solo. Para mí el mejor trabajo que se ha hecho de Batman ha sido el de la serie de televisión. A Batman hay que colocarle en situaciones extremas. No es un personaje divertido, pero necesitaba humor.

-¿Un héroe condiferentes versiones?

-Es lo mejor de él. Ha sido representado de muchas formas distintas y todavía había espacio para mí, para darle una vuelta de tuerca más. No es el caso de Superman, que ha quedado fijado para siempre por la figura de Christopher Reeves.

-Usted siempre había evitado las películas comerciales ¿Qué ha cambiado en su carrera?

-Era la oportunidad de matar dos pájaros de un tiro. Quiero decir que Batman despertó en mí una pasión. Quería interpretar el personaje y al mismo tiempo trabajar a las ordenes de Chris Nolan, a quien considero un director fantástico. Esta es obviamente una película mucho más grande de las que he hecho hasta ahora. Espero que me dé la oportunidad de trabajar con él en un futuro. Como actor siempre caminas por la cuerda floja y es muy importante mantener el interés de la audiencia con respecto a tu trabajo. No quiero sonar presuntuoso, pero estoy dispuesto a celebrar el éxito de Batman y comerme un pastel en honor a esta película.

-¿Qué tipo de superhéroe necesita el mundo en este momento?

-No tengo la menor idea. El poder de Bruce Wayne es su increíble riqueza. Ese es un poder real porque nadie tiene tiempo y dinero para hacer lo que realmente quiere hacer. Suena muy materialista, pero pienso que nacer inmensamente rico es algo positivo, le suceda a quien le suceda.

«Quiero ser un camaleón»

-¿Es usted un hombre de ciudad, como Batman?

-Disfruto mucho viajando. Es algo a lo que te acostumbras haciendo películas. Terminas adaptándote a cualquier cultura en la que te encuentres, ya sea en el este de Manhattan o en medio de Utah. Yo crecí en una ciudad pequeña rodeado de verde y me siento más a gusto en ese ambiente. No soy tan cosmopolita como Batman.

-¿Se considera un actor camaleónico?

-Cuando me siento solo en casa y sueño con el tipo de actor que quiero ser, pienso en un camaleón.

-Usted rodó la película El imperio del sol, de Steven Spielberg, cuando tenía trece años. Obviamente ha llovido mucho desde entonces, pero supo pasar la transición de actor niño a actor adulto. ¿A qué debe su éxito?

-Es curioso, la semana pasada mantuve una conversación sobre este tema con una familia que tiene a un niño actor en Hollywood. Mis padres siempre fueron muy abiertos, me dieron la oportunidad de trabajar en lo que a mí me gustaba. Mi carrera nunca fue tabú en mi casa. Supongo que triunfar y mantener la personalidad depende de cada uno. Los padres deben exigir un mínimo, porque hacer lo que quieras, a una cierta edad, puede ser peligroso, puede arruinarte la vida.

-¿Fue diferente esta vez, sabiendo que el personaje estaba diseñado a su medida?

-Nunca he entendido eso de que un guionista haga un personaje a la medida del actor. Sucede lo contrario. Es el actor quien se adapta.