CÁDIZ

Currantes en verano, estudiantes en invierno

Jóvenes gaditanos aprovechan los meses estivales para trabajar y poder pagarse sus estudios

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Las vacaciones también sirven para trabajar. Las bibliotecas se llenan en junio de estudiantes agobiados que apuran los últimos minutos antes de un exámen.

Una vez concluido el curso, muchos comienzan las vacaciones estivales y les dicen adiós a los libros hasta septiembre. Se presentan ante ellos tres meses de playa, sol, fiesta y horas libres que habrá que ocupar con actividades lúdicas. Y es que muchos aseguran que la vida del estudiante es la mejor.

Se equivocan. Cuando los centros educativos cierran sus puertas, para otros jóvenes se abre una nueva etapa, la laboral.

Son como hormigas. Trabajan en verano para luego vivir un invierno tranquilo en el que podrán pagarse sus estudios y no dependerán económicamente de nadie. Al menos, lo intentan, ya que para ellos los empresarios les destinan ciertos trabajos, que en algunos casos no están bien remunerados. Son empleos que se realizan exclusivamente en época estival y que se reservan para los jóvenes. Socorristas, monitores, animadores socioculturales, camareros, azafatas de imagen, ciudadores de niños, repartidores de publicidad, dependientes... lo que sea. Los jóvenes quieren sacarse unos euros de más para poder subsistir y pagarse sus caprichos durante el verano. Además evitan que sus padres les tilden de vagos.

Otra opción que se presenta entre los estudiantes son las prácticas como becarios. Este tipo de 'curro' supone un complemento en sus estudios. Las universidades llegan a acuerdos con las empresas para incorporar a ávidos estudiantes ilusionados por aprender el oficio y aumentar su bagaje profesional de cara al futuro. Todo eso por un módico sueldo o, muchas veces, por nada. Los becarios trabajan impulsados por la dicha de que por fin están haciendo real aquello que aprendieron en los libros. Trabajan con ahínco para que los jefes se fijen en su quehacer diario. Por si acaso algún día se acuerdan de ellos y los contratan. Algunos lo consiguen. A pesar de la escasa recompensa que obtienen, la mayoría se encuentra satisfecha con lo que hace.

Muchos de estos jóvenes se convierten en mileuristas por unos meses para luego aspirar a más.

Además de ganar dinero, lo disfrutan en su tiempo libre, se cubren sus necesidades y no se aburren.

Aprovechan el tiempo mientras amplían su experiencia profesional y también vital. Se forjan su futuro.