LA PORVERA

A contracorriente

Son algo más de las cuatro de la tarde, y aún con la modorra de la minicabezadita en el sofá (los días que el reloj lo permite), ya tengo que ir preparándome para volver al trabajo. Si esta rutina que se repite incesamente suele constituir un verdadero suplicio, ni qué decir tiene en este época del año. Por ponernos algo positivos, lo bueno del asunto es que a estas horas y en verano, la calle está prácticamente desierta y el centro se convierte en el oasis del aparcamiento, algo impensable el resto del año.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Sin embargo, salvo este pequeño detalle, todo se me antoja incoveniente, pesado y cuesta arriba, pues nada resulta más frustrante que ir contracorriente. Cuando todo el mundo anda pensando en los viajes, en la playa, en las copitas y en general en el asueto veraniego, una se tiene que afanar en sacarle jugo al poco atractivo panorama de la actualidad jerezana, y las tareas cotidianas del redactor se convierten en una carrera de obstáculos para hacerse con algo mínimamente jugoso en medio de la nada periodística.

A ello hay que sumar, por supuesto, los inconvenientes del calor, los planes interrumpidos porque se trabaja los fines de semana y las vacaciones de los afortunados compañeros, cuyo número de días libres es inversamente proporcional al volumen de curro que el que se queda tiene que afrontar.

A pesar de que el ánimo no está para muchos trotes, tampoco conviene dejarse llevar por el pesimismo, así que habrá que echarle paciencia y esperar con una sonrisa en los labios esas merecidas vacaciones, mientras nos acogemos al dicho de quien ríe el último, ríe mejor.