Provocación terrorista

a cadena de explosiones coordinadas que causaron la muerte de 45 civiles y más de 160 heridos en una ciudad al oeste de India puede ser la espoleta que active el larvado enfrentamiento entre las comunidades hindú y musulmán que atraviesa una precaria normalidad. Porque la colocación de las bombas en bicicletas, autobuses, vehículos, no deja lugar a dudas sobre la pretensión de los terroristas de provocar una tensión insoportable que desate la confrontación interna. La larga mano de la Yihad no desaprovecha la oportunidad de buscar focos de conflicto religioso por todo el mundo para mantener viva la llama de su fanática cruzada. Pero le corresponde a la propia sociedad hindú hacer frente con serenidad al desafío terrorista para impedir una desestabilización del gran país asiático.