ENTUSIASMO. La afición rusa se echó a la calle el pasado para celebrar la histórica clasificación de su selección para semifinales. / EFE
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Un asunto de Estado

El Gobierno ruso paga vuelos charter para que los aficionados que quieran viajen gratis a Viena para animar hoy a la selección contra España

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La calle hierve en toda Rusia. La afición del país cree que su selección ganará a España y vencerá también en la final. Desde que el pasado sábado el conjunto ruso le ganó a Holanda (3-1) no han dejado de verse por todas partes entusiastas agitando la bandera nacional y ensordeciendo a los viandantes con el claxon de sus vehículos. La fiebre futbolera se vive hasta en la pequeña villa siberiana de Janti-Mansiisk, en donde hoy comienza una cumbre ruso-europea.

Janti-Mansiisk, en cuyos alrededores se encuentran los yacimientos petrolíferos más grandes de Rusia, tiene sólo 70.000 habitantes, pero suficientes bares con pantalla gigante. La fiesta del fútbol debe ser colectiva y es mejor ver el partido bien acompañado. El choque entre las selecciones de España y Rusia lo verán juntos hoy allí el presidente ruso, Dmitri Medvédev y el jefe de la Diplomacia europea, Javier Solana. Por supuesto, estará también presente el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso.

Probablemente, los únicos españoles que hay en todo Janti-Mansiisk seamos, además de Solana y algún que otro miembro de la delegación europea, los periodistas que hemos venido a cubrir la cumbre. Nuestros colegas rusos nos están ya buscando por que quieren saber en dónde y con quién vamos a ver el encuentro.

Mientras tanto, las autoridades rusas preparan el envío de una auténtica avalancha de hinchas para asistir hoy en Viena al crucial duelo. «Desde hace 20 años, no habíamos vuelto a estar tan cerca de la copa europea y necesitamos que nuestros jugadores cuenten con el suficiente apoyo en las gradas», comentaba ayer en el Parlamento el ministro de Deportes y presidente de la Unión de Fútbol de Rusia, Vitali Mutkó.

Según sus palabras, «hemos decidido hacer frente a los gastos de los vuelos chárter. Cinco aviones de la compañía Aeroflot parten los días 25 y 26, pagados por empresarios, la Unión de Fútbol de Rusia y el apoyo de la administración del presidente», aseguró Mutkó en su discurso ante los diputados. «Los aficionados viajarán gratis», añadió el ministro ruso.

Los rusos han recibido un total de 6.200 entradas para el partido. Se está haciendo además un gran esfuerzo para facilitar la entrega de visados a los seguidores de la selección rusa. Pero a la capital austríaca acudirán, no sólo hinchas de a pie, sino también ricachones y en gran cantidad. Los aeropuertos centroeuropeos no dan abasto ante el elevado número de aviones privados rusos.

La Prensa y los comentaristas televisivos rusos insisten en que el enfrentamiento de hoy no tiene nada que ver con el que jugaron las dos selecciones en el grupo D el pasado día 10, en el que España logró un apabullante 4-1. Los futbolistas rusos se sienten ahora mucho más seguros. Además, según los rotativos del país, Andréi Arshavin, que entonces no jugó y ahora sí, «introduce una diferencia clave».

Aún embriagados por el triunfo que obtuvo el Zenit de San Petersburgo sobre el Glasgow Rangers el mes pasado en Manchester, en la final de la copa de la UEFA, los aficionados rusos dicen desear «tomarse la revancha» contra España. En Moscú hay ya apuestas superiores a los 150.000 euros a favor de Rusia, pese a que la mayoría de los expertos consideran a nuestra selección la favorita.

Por si acaso y para evitar altercados, las autoridades municipales de las principales urbes rusas se proponen limitar hoy la venta de alcohol de alta graduación en los establecimientos públicos. Y eso que, en los partidos precedentes, los seguidores del equipo ruso no provocaron incidentes de importancia. El pasado sábado, tras la victoria contra Holanda, en Moscú salieron a la calle casi un millón de personas para celebrarlo.