CALLE PORVERA

'Miembras', de pleno derecho

La ministra Bibiana Aído lleva unos días que no levanta cabeza. Primero con eso del teléfono para que los maltratadores «canalicen su agresividad» que, dicho sea de paso, me parece una sandez que espero no sea un reflejo de por dónde van a ir las políticas de este nuevo Ministerio de Igualdad que tiene que hacer frente a un grave problema social, pero que no tiene siquiera claras sus líneas de actuación.

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Y luego está aquello de las miembras. De golpe y porrazo, la ministra decide darle una soberana patada al diccionario en un afán de ultracorrección políticamente aceptable que a mí ya empieza a tocarme las narices. Nunca he visto con buenos ojos que dupliquemos esfuerzos con la doble mención de todos los sustantivos que se nos pongan por delante, algo que cada vez abunda más en el lenguaje oficial. Resulta irritante lo de los hijos y las hijas, los asistentes y las asistentes, los jerezanos y las jerezanas y así hasta lo inimaginable.

Además, ahora ya ni siquiera la lingüística y la gramática son un impedimento para esta manía que algunos y algunas creen que nos hace más sensibles a los problemas de desigualdad entre hombres y mujeres. Y a mí, en estos momentos, sólo se me vienen dos cosas a la cabeza. La primera es que la Lengua está para respetarla, sin lapsus ni soberbias -Aído no se cortó y aseguró que miembras podría estar en el diccionario-, y con este uso redundante no sólo no somos más igualitarios, sino que además vamos contra una de las características básicas del lenguaje, la economía.

La segunda cuestión es que estoy harta de que todos los esfuerzos e implicaciones de nuestros políticos contra la discriminación femenina se queden en la superficie mientras pasan de largo del verdadero problema: hay que poner en marcha medidas para que las mujeres sean, en todos los ámbitos, MIEMBROS de pleno derecho de la sociedad.