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las discográficas contra internet

Internet ha constituido una colosal innovación tecnológica que ha provocado, según los expertos, el mayor cambio que ha experimentado la humanidad en menos tiempo en toda la historia. La malla de interconexión interactiva que vincula a más de 1.000 millones de usuarios en tiempo real y que crece exponencialmente ha revolucionado el sistema mediático, el conocimiento y las relaciones sociales. Después de internet, que continúa su expansión, ya nada puede ser como antes.

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Un sector seriamente afectado por internet ha sido el de los contenidos audiovisuales. Y particularmente la industria discográfica, que asimismo se ha visto afectada por el pirateo de los top manta. La venta convencional de discos ha caído en picado, con el consiguiente quebranto para los creadores, autores e intérpretes, y para los gestores de derechos de autor. Particularmente gravoso para esta industria ha sido el surgimiento de los programas P2P, que conectan a particulares en la red, de forma que pueden intercambiar o compartir directamente archivos de audio o video.

Ante esta coyuntura, los productores de contenidos han tenido que luchar por su supervivencia. En España, Promusicae, la sociedad que agrupa a la industria musical, ha emprendido diversas acciones legales, en general con escasa fortuna. Primero, trataron de denunciar a los usuarios del sistema P2P y en 2007 una juez de Santander absolvió a un internauta para el que se pedían dos años de cárcel con el argumento de que compartir archivos no es delito si no media ánimo de lucro y además esta actividad está amparada por el derecho de copia privada. Algún tiempo después, el Tribunal de Justicia de la UE apoyó el anonimato de las descargas P2P, negándose por tanto a aceptar la petición de Promusicae de que las operadoras desvelen la identidad de los internautas para proceder civilmente contra ellos. Actualmente, los juzgados archivan sistemáticamente las denuncias contra las páginas web que incluyen enlaces a los archivos P2P. Y ahora, Promusicae ha intentado una nueva vía de actuación al denunciar por «competencia desleal» a un programador informático, Pablo Soto, de 28 años, inventor de una tecnología P2P y propietario de algunas páginas web referentes a tales intercambios. La querella pide al joven informático 13 millones de euros en concepto de daños y perjuicios.

La gran industria audiovisual norteamericana, que tuvo que afrontar este problema hace ya tiempo, ya exploró este terreno judicial con un éxito casi nulo. Las discográficas optaron por adoptar nuevas y más sutiles estrategias. En primer lugar, optaron por la negociación; la vieja máxima de «si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él» resultó de aplicación al caso, y de hecho, tras largos forcejeos, ha nacido un fructífero negocio de venta de música a través de Internet (Apple, fabricante del universal iPod, está a la cabeza de este comercio a través de iTunes, que vende canciones a 0,99 dólares). Pero además, las discográficas entendieron que debían aportar más valor añadido a sus CDs, que al mismo tiempo habían de venderse a precios más asequibles. Y, por supuesto, la popularidad que otorgaba internet debía explotarse mediante más actuaciones en directo de las estrellas musicales, que conseguirían cachés mucho mayores que antes. En definitiva, las grandes discográficas internacionales han comenzado a acomodarse a una innovación tecnológica que resulta imparable.

Aquí, las sucursales de aquellas discográficas, que han conseguido mantener al menos de momento el polémico canon digital, están todavía en la fase previa de las querellas judiciales, que no les llevará a parte alguna. El problema es real y tiene que encauzarse por vías imaginativas y consensuadas. La negociación entre autores y distribuidores de contenidos es el medio para que los crecientes beneficios que aporta la red encuentren un reparto justo que permita sobrevivir a todos.