CÁDIZ

Los empleados apuraron las últimas horas en el inmueble, hoy cerrado

El director del centro, Pedro de Hoces, junto los docentes, administrativos, ordenanzas, limpiadoras y resto de trabajadores, cruzó por última vez el umbral de la, desde ayer, antigua Escuela de Náutica de Cádiz. Ya no volverá a abrir sus puertas, tan sólo unas horas el lunes para terminar con la mudanza de los enseres que aún quedan por trasladar.

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Se despidieron con un aperitivo en el comedor, nada de excesos, dos frugales tortillas de patatas y cerveza sin alcohol. La mayoría estaban emocionados, todos disgustados ante la perspectiva de dejar atrás el centro en el que han desarrollado su vida laboral durante años, lustros y hasta décadas en no pocos casos. De Hoces describía la situación: «Quizá haya sido necesario, pero también ha sido muy doloroso y lamentable, ¿qué se le va a hacer? Ya no podemos volver la vista atrás».

Apenas quedaban unos minutos para el cierre definitivo de la puerta. Los empleados coinciden en que se creó un grupo muy unido entre ellos y que la nostalgia les embargaba. Abrazan al director. Una ordenanza se dirige a megafonía para avisar de que se evacúe el edificio porque será clausurado en cinco minutos. Se le derraman dos lágrimas.

Jesús García es profesor de Automatismo y Mecánica hidráulica. Su padre, maquinista naval, ya estudió en este centro, aunque en su anterior emplazamiento. Eladio Ramos, docente de Astronomía Náutica y Navegación, inició sus estudios en este mismo lugar un año después de su apertura. Tras ocho años embarcado, este capitán de la marina mercante ha sido profesor en la escuela durante 25 años. Ninguno de ellos entiende la precipitación con la que se ven obligados a mudarse cuando el informe sobre el estado del edificio tiene fecha de hace seis meses.