PAN Y CIRCO

Como los cangrejos

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ara lo bueno y malo de este Cádiz, todo lo que gira a su alrededor tiene que ver con la figura de Antonio Muñoz Vera. Críticos, analistas, pseudoarticulistas, abonados, aficionados, curiosos, conocidos, enemigos irreconciliables, políticos, chupacámaras, fantasmas, pelotas, amigos, empleados..., todos tenemos una opinión sobre el presidente. Hay quien la puede compartir desde un medio de comunicación y quien se limita a hacer uso de ella en cualquier corrillo futbolísitico. Al presidente le toca bailar con la más fea o la más guapa, dependiendo de lo acertado que esté el equipo sobre el terreno de juego aunque últimamente sólo mueva el esqueleto con las menos afortunadas. En este circo mediático, en el que hay sitio para todos, me inscribo en la corriente de los que piensan que hace tiempo que debió decir adiós para no estropear -con unas decisiones deportivas recientes muy desacertadas- una gestión que incluye un par de gestas que el sector más ruidoso y colorista de la afición guarda como lo más grande que jamás haya vivido. Otras posturas más radicales que abogan por el acoso y derribo, y que sobrepasan la frontera de lo profesional para instalarse en lo personal, corren el riesgo de lograr el efecto contrario de lo que persiguen. Pese a quien le pese, y esperemos que no surja un clon de Baldasano en los próximos meses, esto es lo que hay y mientras que no aparezca el engominado con chaqueta de turno, tenemos lo que nos merecemos. En una ciudad como ésta, dominada por la mediocridad, tan dada a esconder grandes sumas de dinero bajo la losa, a que los políticos se eternicen en su sillón y que los listillos copen las tertulias deportivas, andamos huérfanos de un proyecto serio, solvente y moderno que coloque al Cádiz en el sitio que le corresponde. Mientras que nos dediquemos a maquillarnos para pegar rajadas y no encarar el problema de raíz, iremos como los cangrejos.