ENCUENTRO. Aguirre saluda a Manuel Fraga en presencia de Ruiz-Gallardón y Ana Botella. / C. MOYA. EFE
ESPAÑA

El PP de Rajoy defiende un acercamiento a los nacionalistas que ya propició Aznar en el 90

Los dirigentes populares que impulsaron acuerdos con PNV y CiU argumentan ahora que los tiempos han cambiado

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La pretensión del PP de Mariano Rajoy de acercarse a los partidos nacionalistas para superar su aislamiento político está en el origen de la grave bronca interna que estalló en toda su plenitud esta semana con la dimisión de María San Gil como ponente del documento político que la dirección popular llevará al congreso de junio.

La discusión estará en el centro del debate congresual entre quienes quieren «mantener las esencias del partido» y el rechazo a todos los nacionalismos, tal y como recoge la ponencia política, y los partidarios de dotar a su discurso de la flexibilidad necesaria para poder así alcanzar el poder y el éxito electoral. José María Aznar fue firme defensor de este planteamiento integrador y de diálogo con los partidos afines, que incorporó al PP en el congreso de Sevilla de 1990.

«El PP sigue considerando, dado nuestro sistema electoral, imprescindible el entendimiento y la colaboración entre las fuerzas políticas ideológicamente afines para ofrecer al pueblo español una alternativa coherente y seria que pueda hacer frente con éxito a un partido socialista que aglutina la práctica totalidad del voto de izquierda». Así de claro se expresaba la ponencia política que elaboró para el congreso de Sevilla el entonces secretario general, Francisco Álvarez Cascos, situado hoy en el 'ala dura' del partido que presiona a Rajoy.

Este planteamiento se mantuvo en todos los documentos del PP hasta el año 99, donde la organización asumió la definición estratégica de «centro reformista» e incorporó a su dirección a Josep Piqué. La política de pactos con los afines (identificados con el PNV y CiU que compartían con el PP la Internacional Demócratacristiana) dio sus mejores frutos en 1996 cuando Aznar se convirtió en presidente del Gobierno gracias a los acuerdos con los nacionalistas catalanes y vascos. En aquella ocasión, el PP, de la mano de Jaime Mayor Oreja, aparcó sus discrepancias con el PNV en materia de lucha contra el terrorismo para propiciar un entendimiento con el partido de Xavier Arzallus, que se abstuvo en la investidura.

Ofensiva nacionalista

Los dirigentes populares que actuaron de arietes para impulsar aquella política son ahora los primeros defensores de una actitud cerrada y argumentan que los tiempos han cambiado y España vive ahora una ofensiva nacionalista de la que es cómplice el PSOE y a la que el PP está obligado a plantar cara. No están dispuestos a pasar página de los acuerdos de Lizarra, Perpignan o el Tinell y vuelven a reflejar sus recelos en sus planteamientos políticos en la actual legislatura.

En defensa de esta tesis, María San Gil aportó a la ponencia política los párrafos más duros de crítica a los partidos nacionalistas y al PSOE. El texto denuncia la «alocada subasta de España de la que, tan culpables como los nacionalistas, han sido los socialistas». Además, denuncia la actitud «obstruccionista» del PNV en la lucha contra el terrorismo y afirma que el partido vasco «no colabora en su derrota».