CALLE PORVERA

Un número más...

Permitan que hoy utilice esta columnita para desahogarme. Ayer volvimos a sufrir en Jerez una nueva muerte fruto de la violencia de género y eso es algo que nadie debería pasar por alto. María tenía 67 años, un hijo y dos nietos que ya no podrá ver crecer porque un hombre -si se le puede llamar así- sin escrúpulos y sin conciencia decidió matarla después de que ella hubiese acabado con la relación que tenían.

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Mientras que hacíamos guardia en la puerta de su casa y hablaba con mis compañeros no podía dejar de pensar que esa muerte -como las de muchas otras- podría haberse evitado si las órdenes de alejamiento y la ley sirvieran para algo. El mismo día que el Sindicato Unificado de la Policía aseguró que en Jerez hay 1.050 órdenes judiciales de alejamiento en vigor que no pueden ser atendidas porque «nos es materialmente imposible con la actual plantilla y estructura que tenemos en la Comisaria de Jerez», el corazón se me encogió. En ese momento caí en lo desprotegidas que están las víctimas de malos tratos.

No dejo de darle vueltas a la cabeza y de pensar que son muchos quienes tienen esa responsabilidad. Si en la Comisaria de Jerez no hay efectivos policiales suficientes, buena culpa de ello la tiene el Ministerio del Interior y el Ayuntamiento, que no presiona lo que debería al Estado para intentar acabar con este gran problema.

A las puertas de casa de María, una de las mujeres llena de rabia insistía en que ni las leyes ni las campañas de concienciación sirven de nada. Me resisto a pensar que eso es así, aunque en días como el de ayer también llego a la conclusión de que por desgracia a nadie le importa que haya más de 20 mujeres muertas por violencia machista.