EN FEUDO ENEMIGO. Morales participó en un acto de entrega de viviendas en Santa Cruz. / EFE
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Morales acepta el reto de la oposición y se jugará la presidencia en un referéndum

El Gobierno boliviano tiene que celebrar la consulta dentro de noventa días y deberá convocar comicios anticipados si la pierde

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El presidente de Bolivia, Evo Morales, puso ayer en juego su mandato al aceptar promulgar un referéndum revocatorio propuesto por él mismo en diciembre pasado pero que el Senado, de mayoría opositora, ha tenido archivado hasta ahora. La resolución, curiosamente, ha sido aprobada por la Cámara cuatro días después de que la región rebelde de Santa Cruz aprobara su autonomía en una consulta calificada por el Ejecutivo de «ilegal e inconstitucional».

Morales pidió a los diputados que le enviaran lo más rápidamente posible la ley para que el Ejecutivo la ratifique. La consulta sobre su mandato se celebraría en un plazo no superior a noventa días. Si el mandatario llegara a perderla, debería convocar elecciones generales en tres meses.

Nada hacía presagiar una decisión tan repentina en la Cámara alta. Por sorpresa, el Senado introdujo el tema en una sesión ordinaria que lo analizó durante tres horas. Según el diario La Prensa, la razón de la oposición para forzar al oficialismo a votar un proyecto presentado por el mismo presidente -cuando gozaba de mayor popularidad- radica en el temor a que el gubernamental Movimiento al Socialismo (MAS) apruebe la próxima semana en el Congreso los referendos «dirimidor y ratificatorio» de la nueva Constitución, aprobada sólo con la mayoría oficialista entre brotes de violencia.

Tras el susto inicial, los legisladores afectos a Morales pasaron de negarse a la consulta, argumentando que «éste no era el momento» a raíz de la rebelión autonomista, a aceptar someter al escrutinio del electorado los puestos del presidente y su vicepresidente, Álvaro García Linera, pero también los de los nueve prefectos (gobernadores) contrarios al Ejecutivo.

Morales estaba en Santa Cruz de la Sierra, la rica capital del oriente boliviano desde donde el prefecto Rubén Costas desafió la autoridad presidencial y convocó un referéndum regional que, a falta escrutar aún un 3% de los votos, obtuvo un respaldo del 85,5% a favor de acabar con el centralismo dirigido desde La Paz. El presidente voló hacia la capital nada más conocer la decisión del Senado. Tras una reunión de emergencia con su Gabinete redobló la apuesta de la «jugada política» opositora: aceptó el reto.