PRUEBAS. El asturiano sale del 'box' hacia la pista. / EFE
Deportes/Mas-Deportes

Alonso marca el sexto tiempo en los entrenamientos de Turquía La lógica de la aritmérica

Cautela del español, que ahora ve a su coche como el séptimo más rápido de la parrilla Ferrari y McLaren volvieron a marcar la diferencia con respecto a las demás escuderías

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«Los viernes son un cachondeo», dijo Alonso ayer con respecto a la carga de gasolina con la que ruedan los coches y que desactiva la tabla de tiempos. El asturiano fue sexto ayer, en lo que pretende se convierta en otro salto de Renault hacia los primeros puestos del escalafón. Salto o saltito, según la terminología al uso de Flavio Briatore.

Los progresos experimentados por el R28 en Montmeló sirvieron para incentivar la motivación de la escudería y del propio Alonso, que se marchó de España «con muchas ganas de correr en Turquía». Sin embargo ayer, la realidad decretó el receso en la abundancia. El asturiano volvió a su lugar natural de 2008, por detrás de los Ferrari, los McLaren y el BMW de Kubica. La buena noticia vino porque por fin parece estar un peldaño por encima de otras escuderías menores, como Williams o Toyota, coches con los que estaba peleando hasta llegar a Barcelona.

«Tengo más o menos las mismas sensaciones con el coche que en Barcelona -declaró el piloto-. El coche es mejor que en las tres primeras carreras y estamos en el camino. Pero necesitamos acabar las carreras... Espero repetir el rendimiento de Montmeló, aunque será difícil sin el público. Creo que lo máximo que podemos esperar es ser cuarto o quintos», afirmó el asturiano. Inalcanzable Ferrari, sobre todo Raikkonen que amenaza con convertir el Mundial en un desfile rojo, lejos todavía McLaren, Alonso considera que su Renault es el séptimo coche de la parrilla. Se le pidió un pronóstico ayer, en una de las cincuenta ruedas de prensa que ofrece en varios idiomas: «Yo debería ser séptimo en una carrera normal, sin incidentes, séptimo en el Mundial de pilotos y Renault, cuarto en el de constructores. La lógica aritmética, aplastante, de la Fórmula 1 se expresa en situaciones como ésta. Ha desaparecido una escudería (Super Aguri) porque otra de mayor volumen económico (Honda) ha decidido cerrar el grifo. Lo que no dejaría de ser una mala noticia en cualquier ámbito de la vida, fue ayer motivo de sarcasmo para el propietario del tinglado. Esto dijo Bernie Ecclestone, el supremo: «Eso significa más lugar. Los equipos se expanden cada vez más y cada vez tenemos menos espacio».

Estambul Park es una inmensa mole de hormigón y colores en medio de un paraje desértico, en el sector asiático de Turquía camino de Ankara y de Irán. Su propiedad corresponde a Bernie Ecclestone, que invirtió en esta parte del planeta. El pasado lunes, y por orden de Nick Fry (el Briatore de Honda), los responsables del circuito impidieron el pase a los empleados de Super Aguri que iban a montar sus tenderetes.

La GPDA es la asociación de pilotos. Un sindicato de multimillonarios que pelea porque todos los circuitos imiten la seguridad de Montmeló que, con su doble barrera de neumáticos, salvó la vida a Kovalainen. Pedro de la Rosa es el presidente de este grupo que este fin de semana ha perdido a tres miembros más, los dos pilotos de Super Aguri más Felipe Massa. En la GPDA no están Raikkonen, Hamilton y Massa, que es como decir que Raúl, Fernando Torres y Casillas se desgajan de una asociación de futbolistas. Son las contradicciones de este decorado de cartón piedra. Un propietario que agradece el hueco para más trailers y un sindicato partido en dos.