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El régimen antepone el referéndum del sábado al auxilio de las víctimas

Aislada en su búnker secreto de la ciudad de Naypyidaw, la nueva capital de Myanmar construida por ingenieros norcoreanos en plena jungla, a cuatrocientos kilómetros de Rangún, la junta militar que dirige con puño de hierro el paupérrimo país asiático ha quedado a salvo del ciclón que ha devastado al país.

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Aunque el Gobierno del general Than Shwe, quien mantiene a Birmania cerrada al mundo para perpetuarse en el poder, ha pedido ayuda internacional, la tragedia no parece haber removido ni un ápice los planes de su autoritario régimen político. De hecho, el ministro de Bienestar, el general Maung Maung Swe, expresó a un grupo de diplomáticos la intención de seguir adelante con el referéndum sobre la reforma de la Constitución previsto para este sábado.

Una consulta popular que, por sus escasas garantías democráticas, ya ha sido criticada por la oposición, cuya líder, la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, ha pasado once de los últimos dieciocho años bajo arresto domiciliario tras ganar las elecciones de 1991, anuladas por los militares. «En todo caso, el referéndum se podría retrasar unos días en las zonas afectadas», indicó el ministro dando buenas muestras de la poca sensibilidad de este régimen militar, en el poder desde 1962. Sometida a embargos y sanciones por parte de la ONU, la junta militar del general Than Shwe, quien se hizo con el control del país tras las protestas democráticas que derribaron al dictador Ne Win en 1988, aplastó en septiembre del año pasado la 'revuelta azafrán' liderada por los monjes budistas.