BARCO. Foto del atunero 'Playa de Bakio' cedida por la familia Pillado. / EFE
ESPAÑA

España intensifica la diplomacia y refuerza la disuasión con el envío de un avión militar a Somalia

Los piratas podrían haber desembarcado a los rehenes para poder ocultarse y no se descarta que los separen en grupos El embajador español busca vías para la negociación

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El camino hacia la liberación de los 26 marineros del atunero 'Playa de Bakio' secuestrados el domingo en Somalia -ocho gallegos, cinco vascos y trece africanos- es muy lento, dentro de una situación compleja, pero al menos parece avanzar a pequeños pasos. El martes se confirmaba la apertura de una negociación y se anunciaba el envío del embajador español en Kenia a Mogadiscio, la capital de Somalia. El miércoles por la mañana, el diplomático español, Nicolás Martín Cinto, llegó a Mogadiscio para empezar una ronda de contactos con las autoridades locales.

Esto ocurre a nivel oficial pero, no obstante, es probable que haya otro canal abierto por el armador del buque, la compañía Pevesa. De hecho, este miércoles comunicó a las familias de los marineros que las negociaciones «van muy bien», mientras el Ejecutivo ni siquiera reconocía haber llegado a abrirlas. Sobre la posible intervención de militares somalíes con un asalto al barco, según anunció anteayer la autoridad que controla el territorio de Puntland, al norte del país, no se han tenido más noticias, y puede haberse tratado de una simple señal de propaganda.

Mientras tanto, la fragata española 'Méndez Núñez', enviada desde el Golfo Pérsico, habría llegado durante la madrugada del miércoles a la zona y jornada que partió desde España para apoyarla, rumbo a Somalia, un avión especializado en patrulla marítima.

En cuanto a la suerte de la tripulación, las noticias dependen, como en los días anteriores, de las propias revelaciones de los marineros, que en ocasiones pueden hablar por teléfono con sus casas. Según han contado, habrían bajado a tierra y se encuentran bien. Sobre la ubicación, el miércoles se les situaba en una zona intermedia entre el territorio autónomo de Puntland, que funciona en la práctica como otro país desde 1997, y Mogadiscio. Se trata de una auténtica 'tierra de nadie', pues en el caótico reino de taifas que es Somalia queda lejos tanto del área de influencia de Puntland como de la autoridad legítima del país, el Gobierno Federal de Transición (GFT). Esta circunstancia puede complicar las vías de la negociación.

Que la tripulación haya bajado a tierra sería lo más lógico, según señalaban expertos en la actividad de los piratas somalíes consultados en Nairobi. Los piratas se sienten mucho más seguros en tierra firme, donde pueden ocultarse e incluso separar a los rehenes en varios grupos, para dificultar su localización e impedir un hipotético asalto.

Experiencia anterior

Pesa en esta decisión, la experiencia adquirida hace apenas dos semanas en el caso del velero francés secuestrado en Somalia. En aquella ocasión, los secuestradores permanecieron a bordo y una lancha llevó el dinero del rescate. Después, abandonaron el barco. Sin embargo, la intervención de fuerzas especiales logró capturar a seis piratas.

Esta vez, el grupo de captores no querrá correr ese riesgo. Por todo ello cobra importancia la presencia de la fragata española y el avión de apoyo, un P-3 Orión del Ejército del Aire, construido por la compañía estadounidense Lockheed, diseñado para la patrulla marítima y la lucha antisubmarina. Son importantes para localizar el lugar exacto donde se hallan los rehenes, preparar una hipotética intervención y sobre todo para interceptar comunicaciones, un arma decisiva para averiguar los movimientos de los piratas y sus intenciones.

Por lo que respecta al estado de los rehenes, señalan los analistas, los secuestradores son los primeros interesados en tratarlos bien. «Para ellos, por ser europeos, españoles, son mercancía valiosa, saben que valen dinero, si fueran coreanos o de otra nacionalidad, como ya ha ocurrido, sería distinto», explican. Por esa razón les permiten también hablar por teléfono, para enviar señales tranquilizantes que confirmen que están bien, pero siempre bajo vigilancia de los piratas. De este modo, los detalles que puedan transmitir en las breves conversaciones con sus casas no tienen por qué ser ciertos. Confirman esta estrategia lo que cuentan los familiares. «Hablamos muy poquito pero, por lo menos, estamos más tranquilos porque nos dijo que los tratan muy bien», declaró ayer Angelines Mariño, la esposa del patrón del 'Playa de Bakio'.

La clave de la negociación es dar con el canal justo que lleve hasta los piratas. Y no es nada fácil, pues Somalia está fragmentada en bandas armadas, clanes y grupos políticos. Lo más importante es averiguar a qué clan pertenecen los piratas, para poder abrir un canal de negociación desde arriba, desde lo más alto de la jerarquía. Luego, la complejidad de los trámites dependerá del número de eslabones en la cadena que sean necesarios para llegar al punto deseado. Pueden ser cuatro o cinco personas, o quizá más. Por decirlo de forma gráfica, es como descender por el dibujo de un árbol genealógico.

La búsqueda del inicio del hilo en este laberinto es ardua, pero es por donde se empieza. Esto es lo que venía a decir el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, al explicar que la misión del embajador enviado a Mogadiscio es «establecer el marco para iniciar la negociación y determinar la mejor manera de resolver este caso». «Los piratas no han hecho ninguna oferta, no sabemos lo que quieren, primero hay que escuchar», detalló.