Imagen de la subasta celebrada ayer en la Tesorería. / MIGUEL GÓMEZ
Ciudadanos

La crisis llega a las subastas de pisos de la Seguridad Social

«Tranquilo, que esta inmobiliaria no cerrará nunca». La inmobiliaria en cuestión se llama Tesorería General de la Seguridad Social y sus bienes proceden de los embargos que la Administración ejecuta sobre el patrimonio de los morosos al sistema. La llamada a la calma la pronuncia Juan Manuel Charlo, jefe de Sección de subastas en la delegación gaditana del organismo, tras varias pujas al alza de los interesados. Ayer cla Tesorería elebró su sesión mensual de pujas sobre bienes muebles y también inmuebles, normalmente a precios de ganga.

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Ayer no. A la subasta celebrada ayer por la mañana acudieron una veintena de personas y no se adjudicó ni una sola de la quincena de viviendas y locales que se ofrecían. Desiertas. Así quedaron todas las pujas de inmuebles. Nadie movió un dedo ni alzó la voz. Sólo se vendieron un par de coches de bajo coste y un lote de muebles; todos ellos con una oferta en sobre cerrado antes del inicio de la sesión, debido a la ausencia de interés en la sala.

Un proceso distinto

Por segundo mes consecutivo, las subastas de la Seguridad Social han sufrido otro de los muchos efectos de la crisis. «Nadie se fía, muchos de los que vienen tienen bastante dinero, pero prefieren esperar a tiempos mejores; vienen a ver cómo está la cosa y se van», añade el jefe de la unidad que también hace de voz en los procesos de oferta. Que no se venda una sola casa no es nada habitual.

Mes a mes, excepto julio y agosto, la Seguridad Social saca al mercado unas 30 viviendas embargadas. Las más apetecibles salen de la lista en el último momento porque los deudores saldan sus cuentas o llegan a un acuerdo para un calendario de pago. «Eso es en parte lo que ha pasado esta vez», explica Diego Sánchez, subdirector de la Tesorería gaditana, quien quita un poco de hierro a la incursión de la crisis en las subastas.

«Puede ser», contesta el jefe de sección, que poco antes ha explicado que había varios locales que hace un año se habrían adjudicado sin problemas «y hoy no ha pasado porque no hay tantas posibilidades», aclara. Después subraya que las pujas de estos meses están infladas por culpa de las tasaciones tan elevadas que se les hicieron hace un tiempo (puede pasar un año desde que se embarga un bien hasta que se subasta). «No compensa comprar tan alto porque, entre otras cosas, luego no se venderá tan alto», expone Diego Sánchez. En los pasillos, el comentario de los posibles compradores se centra en esa queja de que muchos lotes han sido «demasiado» valorados.

¿Cómo era todo hace unos meses? «Aquí venía de todo, aunque la mayoría eran inmobiliarias en busca de buenas ofertas. También había particulares que se interesaban en una casa concreta y pujaban por ella; por último, están los propios embargados o sus representantes, que vienen a comprobar si su casa se vende o no», recuerda Charlo. Gran parte de los habituales sigue apareciendo. La diferencia es que ahora no levantan la mano.

De momento, la crisis se nota en el desarrollo de la subasta y en sus resultados. Por prudencia, la Seguridad Social no se atreve a calcular cómo afectará la ralentización económica al cobro de las cuotas sociales y, por lo tanto, a los procesos que pueden acabar en embargo y puja. En cualquier caso, el sistema empieza a actuar al cuarto mes de impago. La subasta tarda en llegar. La venta definitiva es una incógnita.

amedina@lavozdigital.es