ESCRITOR. El poeta Luis García Montero. / LA VOZ
Cultura

Luis García Montero no cansa

El poeta granadino presenta su nueva obra 'Vista cansada' en la que reflexiona sobre la vida, la historia y su profesión

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Cuando uno escribe desde la admiración, peligra la objetividad. La labor crítica ha de ejercerse con la responsabilidad que proporciona el distanciamiento. Los lectores, aunque no sean muy numerosos, se merecen que no les tomen el pelo, que en los juicios no prevalezca el buenrollismo - y perdón por la palabra-, el amiguismo u otros intereses menos nobles, si es que los anteriores lo son, como la promoción, el marketing o un hueco en la mesa de novedades de las librerías.

En el caso del Luis García Montero esa admiración se bifurca en dos sentidos: en lo personal y en lo poético. Siempre y cuando uno no se cuente entre la tribu de sus enemigos poéticos -los navajazos por la espalda en el mundillo literario asustan por su frecuencia y crueldad-, cualquiera que haya tratado al poeta granadino sabe de su amabilidad y de su gran generosidad.

Cuenta el escritor gaditano Alejandro Luque en su blog Raíces y puntas una anécdota que deja bien claro lo que apuntamos en cuanto a su calidad humana: «Hace ahora 15 años, Mané [José Manuel García Gil] y yo nos plantamos en la Universidad de Granada preguntando por aquel poeta y profesor que tanto nos interesaba. Queríamos fletar una revista literaria, no sabíamos muy bien cómo, y pensamos que no había nada como echarle morro a la cosa. Luis no sólo nos recibió, sino que fue de los primeros en enviarnos una colaboración (un poema que, creo, no ha sido recogido posteriormente), nos alentó y se ofreció para cuanto hiciera falta».

Un tipo implicado

La costumbre demuestra desgraciadamente que un poeta reconocido, ocupado en múltiples tareas, como lo está García Montero, y quizá ensimismado en su obra, que no parece su caso, intentaría salir del compromiso sin demasiado daño y, sobre todo, sin implicarse demasiado: «Vale, chavales, luego os mando algo». Sin embargo, Luis García Montero no elude ni esquiva a los jóvenes que se interesan por la poesía, que es al fin y al cabo es lo mismo que preocuparse por la vida, sino que los invita a merendar en su casa veraniega de Rota, con sus amigos, les ofrece lo que tiene, su palabra y su tiempo, e incluso cuando el azar los reúne a la salida de la presentación de uno de sus libros, los llama por su nombre y, como escribe Luque, es capaz «de preocuparse por cómo te va, e incluso de emplazarte en algún próximo encuentro».

No nos extenderemos, sin embargo, en el lado humano del poeta, en su manera de tratar a quienes se cruzan por su vida, porque no es nuestro propósito convertirnos en porteras de finca urbana que cuchichean con los vecinos que entran y salen del edificio de la literatura española sobre las intimidades del resto de inquilinos. Sí es momento para hablar del último libro de Luis García Montero, Vista cansada.

Un buen libro

Antonio Rivero Taravillo, que acaba de publicar Luis Cernuda. Años españoles (1902-1938), último Premio Comillas, afirma sobre Vista cansada lo siguiente: «Me parece un libro esencial en su trayectoria, por lo que tiene de recapitulación y mirada atrás, a la par que de ejercicio por seguir alcanzando una vista nítida del mundo y la realidad. Atesora versos definitivos como, por ejemplo, El tiempo es una mesa revuelta y una lámpara / que saca la cabeza de las sombras / igual que un nadador cuando respira. Se puede decir que el libro es una sucesión de esos momentos de respiración que el poeta necesita darse para seguir avanzando. Es Luis García Montero un gran lector en público de su poesía y quizá por eso algunos de los poemas están entre los que se le ha escuchado recitar: por ejemplo, Memoria de la felicidad (Playa de Rota) o el emocionante Colliure, uno de los más hermosos homenajes a Antonio Machado.

El también poeta Álvaro Salvador, compañero de Luis García Montero en su aventura de La otra sentimentalidad, destaca precisamente la ligazón que existe en Vista cansada con aquel espíritu poético renovador de los años 80, «pero con más experiencia de la vida y con más capacidad distanciadora y crítica. Creo que tiene algunos poemas memorables, como el dedicado a su madre o el de los niños de Morelia, dignos ejemplos de la gran poesía de Luis García Montero».

Finalmente, Juan Carlos Abril, uno de los representantes más lúcidos de la nueva poesía en español, opina que «En Vista cansada encontramos al Luis García Montero más reflexivo de los últimos libros. Su maestría, una vez más, nos hace leer en sus versos nuestra propia vida y nos ayuda a pensar cómo vivimos, cosa que no solemos permitirnos habitualmente. Poemas como Colliure, además, nos acercan el testimonio de algunos de los poetas más importantes del siglo XX: Machado, Rafael Alberti, Ángel González, Gil de Biedma... Sin duda que es uno de los libros más importantes de su generación y que pone un punto y a parte en la denominada corriente realista, por el carácter meditativo del conjunto. En general, los poemas de Luis García Montero nos acercan siempre a una voz tierna pero pensativa, cercana y al mismo tiempo vigilante».

La reflexión histórica y vital, la propia biografía en la historia de España, los compañeros de letras, la defensa y la dignificación de lo público y de la vida política, la biografía a ras de suelo del amor, todo eso es Vista cansada. Todo esto es y ha sido siempre Luis García Montero.

Sin embargo, en cada libro sabe reinventarse. En este lo hace desde el lenguaje -más arriesgado ahora en el manejo de las imágenes- o al adentrarse en territorios poéticos diferentes a los acostumbrados -más meditativo en Vista cansada-, porque las verdades no existen, sino que uno se las va encontrando cuando investiga a través de la escritura en la realidad o en la memoria.