J.C. PADRE DE UNA VÍCTIMA DE NUEVE AÑOS

«Nadie nos ha dicho que ese hombre ya estaba en la calle»

Su hermano abusó de su hija y tras ocho años en prisión se cruzó con él en una oficina

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No sé cómo tuve valor para no abrirle la cabeza con una jarra que tenía cerca, pero él iba a salir ganando y mi hija ya había perdido». Las palabras de C. J. ponen los pelos de punta y la carne de gallina. Esta situación la vivió en el año 99, cuando su hija, de sólo nueve años, en un enfado con su madre, murmuró una frase que la dejó helada: «Ya no voy a hacer el amor con él». Tras sonsacarla, la niña le contó en su inocente lenguaje que su tío -hermano de su padre y que vivía en casa- llevaba tiempo abusando de ella. Incluso lo dejó escrito en una carta que dirigía a su tío y en la que le decía que no quería seguir «haciendo esas cosas». Cuando su mujer, nerviosa, se lo contó «me fuí para él y le dije que qué había hecho con mi niña y me lo llevé para la Comisaría. No sé cómo tuve la sangre fría de aguantar todo el camino con él al lado». Ante la Policía, C.J. contó lo que ocurría, pero «allí me dijeron que no podían detenerlo, y les contesté que si lo dejaban en la calle yo iba a ser el que estuviera entre rejas». La niña fue reconocida por especialistas que determinaron la veracidad de sus palabras y descubrieron a sus padres una infancia que nunca imaginaron para su pequeña. Años en silencio, sabiendo que en muchas ocasiones habían dejado a la niña a solas bajo el cuidado de su tío. Casi ocho años después, C.J. sabe que «ese hombre» -como se refiere cuando habla de su hermano- está en la calle, en una localidad cercana a la que ellos viven y sin que «nadie nos haya comunicado que ha salido de la cárcel sólo ocho años después, cuando le cayeron más de 40 años». La casualidad hizo que hace unos meses C.J. se cruzara con él en una oficina: «Pongo la mano en el fuego que era él, me puse nervioso y le quité la mirada, me hice el loco». De encontrárselo otra vez cara a cara «no sé lo que haría» C.J. está preocupado de que pueda volver a acercarse a su familia. «En casa no hablamos del tema, es tabú, pero con los acontecimientos recientes ocurridos con la niña de Huelva y tantos casos que escuchamos por la tele mi mujer y yo volvemos a recordar lo ocurrido. No nos decimos nada, pero eso está ahí, para toda la vida». Lamenta no haberse dado cuenta antes de lo que estaba ocurriendo en su propia casa y no perdona, «solo quiero olvidar».

La niña ya es toda una mujer, responsable y alegre. Recibió asistencia sicológica y se recuperó pronto. «Ahora tiene novio y no notamos que tenga secuelas. Ella habla con su madre, de sus cosas, pero menos mal que no ha tenido mayores consecuencias», explica. El cariño de su familia le ha ayudado a crecer y a tener una adolescencia como la de cualquier chica de su edad.

Su agresor vive no muy lejos. C.J. no oculta su inquietud, desconoce si tiene una orden de alejamiento, pero espera que así sea «para toda la vida».