SALTO. Manu Barreiro salta con Djily por el balón. / MIGUEL GÓMEZ
TERCERA DIVISIÓN

Como el cielo de una noche de verano

Un Cádiz B muy enchufado despeja todo tipo de dudas con la zona de descenso al vencer a un Dos Hermanas necesitado que no ofreció nada sobre el campo

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Relacionar al Cádiz B con cualquier tipo de implicación con el descenso podía resultar, incluso, insultante. Más, todavía, después de la victoria de ayer ante el Dos Hermanas. El hermano pequeño del Submarino Amarillo despejó todo tipo de dudas con un partido de esos que gustan a los entrenadores. Saltaba al campo con doce puntos de ventaja sobre el descenso y una tranquilidad que le permitió salir a disfrutar y hacer buen fútbol.

Un equipo muy enchufado que demostró lo que pretendía desde el primer minuto. Como un batallón de combate, se adueñó de la pelota y apostó por hacer bueno eso de que más ventaja tiene quien golpea primero. Dicho y hecho. Apenas se había llegado al minuto dos cuando llegaba el primero. Fran atrapaba un rechace dentro del área y con un gesto simple driblaba a su oponente y la ponía imposible para Diego. Las cosas ya estaban de cara. Pero este Cádiz ya sabe que no puede confiarse porque se las dan todas juntas. Por ello, mantuvo el mismo ritmo durante los primeros 25 minutos y tuvo muy cerca el segundo por mediación de Dani Fornell, primero, y dos acciones personales de Manu Barreiro.

Luego llegaría la esperada reacción rival con un disparo de Rafa García que se marcha por arriba y otro de Djily en el área pequeña que da en el cuerpo de David sobre la línea de gol.

Pero Barreiro, asistido por enésima vez por un Juanje que está viviendo la que probablemente sea la mejor temporada de su carrera deportiva, bajó los humos a los nazarenos con un disparo que obligó a Diego a emplearse a fondo y enviarla a córner.

Cómico desenlace

Un equipo acuciado por el descenso no puede permitirse el lujo, primero, de no crear ni una sola acción de evidente peligro y, segundo, de cometer despistes de patio de colegio.

La segunda parte de los sevillanos lo dice todo. El Cádiz B hizo lo que quiso. Los de José María Sotil pecaron de la impotencia que supone necesitar la reacción y no saber cómo. Por fases, tenían la pelota, pero ni Dani Avilés ni Carmona inventaban nada, y arriba las cosas tampoco estaban claras.

Fue entonces cuando los amarillos se fueron a por el partido. Primero con una jugada en la que Julio recibe el balón tras una gran jugada de Fornell por banda derecha y se la pasa a Barreiro, cuyo tiro saca Diego con la cabeza. Después, con una falta en la línea del área grande en la que se pidió penalti y donde nació el segundo y definitivo. De chiste. Julio se aprovecha de la torrija de los nazarenos y sólo tiene que empujar el balón al interior de la portería. Entretanto, los de rojo discutían con Llompart Pou por la legalidad de dicha decisión.

Era el minuto 80 y ya estaba todo dicho. Pero el rival no quería irse con la boca callada y estaba caliente al entender que había sido perjudicado. La respuesta fue un manotazo de Iván Carlos a Parada que significó la roja directa. Pobre argumento para un equipo que lucha para no descender.