ENCUENTRO. Martínez de Pisón estuvo ayer en Cádiz. / L. V.
Cultura

Martínez de Pisón reivindica la Literatura capaz de «humanizar la Historia»

El autor de 'Carreteras secundarias' y 'Enterrar a los muertos' desglosa en las Presencias Literarias de la UCA las claves de su última novela, 'Dientes de leche' El escritor defiende la necesidad de «intentar entender a todos los bandos»

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El paso del tiempo tiende a convertir los hechos que arman la Historia en anécdotas abstractas, transforma a las personas en personajes, les resta vida, los deshumaniza. Cada suceso (la defensa de Madrid, la batalla del Ebro, el fusilamiento de un miliciano anónimo) acaba por ser un episodio circunstancial, accesorio, en la fatigosa cadena que conduce del pasado al presente.

Ignacio Martínez de Pisón es uno de los pocos escritores capaz de devolver, a través de la literatura, su condición de seres a quienes ya la habían perdido, por culpa de esa dinámica perversa e imparable. Para ello puede servirse de individuos reales (el José Robles de Enterrar a los muertos); o de tipos ficticios (el Raffaele Cameroni de Dientes de leche). En ambos casos, la verdad que transmiten con sus experiencias hacen del autor un referente único en su generación, avalado además por una de las trayectorias más sólidas y reconocidas del país.

Ayer, en el marco de las Presencias Literarias de la UCA, entrevistado por Charo Ramos, periodista del Diario de Cádiz, Martínez de Pisón defendió esa capacidad de la Literatura para humanizar la historia, «sus posibilidades para transmitir -más allá de hechos fríos- realidades cotidianas que nos sirven para acercarnos a las peripecias, a las tragedias personales, de quienes la vivieron».

Individual y colectivo

En Dientes de leche, el escritor zaragozano fusiona las dos tendencias que habían determinado su producción anterior: la intimista (El fin de los buenos tiempos, El tiempo de las mujeres), y la que llama a la reflexión histórica (el ya citado ensayo Enterrar a los muertos). El elemento desencadenante de la trama lo encontró en su ciudad natal, «donde un enorme mausoleo inacabado, tumba de los fascistas italianos que combatieron en España, me llevó a preguntarme qué resortes podrían haber motivado a un joven de Italia para que acabara peleando en el bando franquista, y después lo habían animado a quedarse».

A partir de ahí, Martínez de Pisón cuenta la historia de una familia «a lo largo de la Guerra Civil, la posguerra y los primeros años de la democracia». La novela le presta así la posibilidad de ahondar en las complejas relaciones intergeneracionales (otra constante de su obra), pero con la peculiaridad de que parte de un personaje, a priori, comprometido. «Quería entender por qué alguien llega a ser un fascista militante, sin juzgarlo, ni condenarlo, porque creo en la necesidad de intentar comprender a todos los bandos». El devenir individual de Raffaele y sus hijos le sirve de hilo conductor para contar el tránsito colectivo de la sociedad española del Régimen a la Democracia, «una época apasionante, como todas las que implican un cambio, lo apliquemos a la Historia o a la vida». dperez@lavozdigital.es