MILENIO

Sin rajarse

EL consejero Griñán (Economía y Hacienda) aclaró semanas antes que las primeras cigüeñas se dejaran ver por los cielos andaluces que presentaría como consejero los presupuestos andaluces de 2009. Es decir, que seguiría en el despacho que ha ocupado en los últimos años y desde el que se divisa una parte de la Triana más literaria e insondable. Nadie dudó de su palabra y su nombre apareció con un 'uno' fijo en todas las quinielas sobre el nuevo Gobierno andaluz.

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El jienense Zarrías (Presidencia), hasta el momento presente, no abrió la boca, al respecto, entre otras razones porque lo hace poco en público. Pero hace una semana, más o menos, cogió un avión e inició una especie de mini gira por el atlántico central de Latinoamérica 'vendiendo' entre el procerío político de la región el bicentenario del 1812 gaditano (la proclamación de la 'Pepa', el primer texto constitucional democrático de este sufrido y probado país).

Y como el inquieto e incansable consejero se marchó en los días en los que se marchó, en las fechas en las que el jefe Chaves iniciaba sus reflexiones, cálculos e íntimas elucubraciones sobre los nombres de los futuros miembros de su inminente Gobierno, nadie puede dudar de que Gaspar se marchó hacia el nuevo continente con la certeza absoluta de que su despacho de consejero en Presidencia estaba tan asegurado como el orden de las estaciones y las idas y vueltas de los tornados locales en aquel hemisferio caribeño. Otro 'uno', pues, en las quinielas del Gabinete que llega.

Puesto que lo de «preferiría que me sucediera una mujer» se ha quedado en suspenso, de momento, en el gineceo socialista, no es difícil detectar más desánimo que desilusión; es decir, que aunque no se lo habían acabado de creer, alguna ilusión más o menos pasajera y por libre habría brotado en los corazones de determinadas damas socialistas. Y es que nadie lo dude: el hombre nació más para desilusionar y distraer con equívocos a las señoras que para reconocer lealmente sus dones y valores. Otra cosa son los arrumacos y otras puestas en escena del varón depredador. Y así viene siendo desde el comienzo de los tiempos. Pero que nadie se raje. Entramos en un tiempo intenso, agridulce y posiblemente interesante.