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De ruta con el flamenco

Uno de los grandes aciertos de la administración pública andaluza ha sido la creación de las rutas del flamenco por nuestra Comunidad Autónoma. Es un modo ideal para conocer in situ y en primera persona los lugares más señalados de este arte. Resulta curioso pero del mismo modo que podemos establecer una geografía física y política, podemos ordenar el territorio con criterios flamencos. Yo soy de la opinión de que podemos hablar no ya de un concepto unívoco de Andalucía, más bien me optaría por señalar las distintas Andalucías que conforman nuestra extensa región. Unas marcadas por el Mediterráneo, otra por el Atlántico, aquellas por el interior agrícola, las otras por el suelo minero. Notas de identidad que han propiciado el más alto valor del flamenco: sus múltiples acentos, las distintas formas de ver y sentir lo mismo desde realidades que le dan cohesión y diversidad al mismo tiempo. Pues, englobándose bajo las premisas de un mismo arte, no es lo mismo tomar una copa de oloroso en Jerez en el Barrio de Santiago o La Plazuela; un chato en el Manteca de Cádiz; visitar el Alosno onubense; la sierra de Málaga; la Córdoba mora; el misterio de Granada o la profunda solemnidad de Jaén o Almería. Un mapamundi del quejío con grandes posibilidades para sentir.

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Es por todo ello, que las rutas del flamenco que ahora comienzan son una oportunidad única para recorrer esos rincones tan asociados a la forma de expresión. Al principio estaban coordinadas por la empresa pública Turismo Andaluz, y este año han sido acogidas por la Agencia Andaluza del Arte Flamenco y la Confederación de Peñas Flamencas andaluzas.

Por fin, nuestras autoridades han incrementado el número de rutas y, lo que es mejor su temática con la Ruta del Fandango, en Huelva por las ciudades de Moguer, Almonte, Punta Umbría, Huelva e Isla Cristina. Así como la Ruta Minera, que recorrerá las provincias de Jaén y Almería por las localidades jienenses de Andújar, Linares y Jaén así como Huércal de Almería y Almería capital.

Sin duda, un gran acierto porque, de alguna manera, el flamenco oficial está muy en deuda con la Andalucía oriental, que no por apartada del considerado triángulo básico, desmerece en modo alguno en cuanto a aportaciones musicales de un gran valor. Su inclusión bien merecen el reconocimiento y su estudio una asignatura pendiente para gozar más y mejor de este tesoro que guardan nuestras calles.