PIONEROS. Los investigadores, liderados por María Jesús Mosquera.
Sociedad

Una historia muy dura

Científicos de la UCA han desarrollado un sistema revolucionario para proteger la piedra de los monumentos

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Que lleven cientos de años en pie no significa que vayan a estar siempre ahí. Los monumentos se enfrentan a la batalla implacable de la piedra contra la contaminación y la erosión de los elementos. Desde hace un tiempo, bastiones del patrimonio como las catedrales de Cádiz o de Sevillan o la mismísima Alhambra cuentan con un potente aliado en los laboratorios de la Universidad de Cádiz. Un grupo de investigadores liderados por María Jesús Mosquera han desarrollado un producto que revoluciona el mundo de la consolidación de piedras de monumentos y ya produce beneficios económicos.

Con el tiempo, hasta las piedras se degradan. Sometidos diariamente a cambios drásticos de temperatura, los monumentos pasan el tiempo absorbiendo agua y vapores con sal y contaminación y expulsando el agua. El balance de esta respiración de la piedra deja en sus entrañas un molesto invitado: la sal del mar o los compuestos de la contaminación quedan a vivir en su interior, ensucian y terminan por romper las estructuras cuando cristalizan (se hacen cristales sólidos).

El trabajo de los productos consolidadores consiste en colarse en la piedra de los monumentos en forma de líquido y, una vez dentro, hacerse sólidos. Así, hacen una masa más compacta de la piedra que la hace más sólida e impide que siga su deterioro.

Cuando los científicos de Cádiz se propusieron mejorar los compuestos que ya estaban en el mercado -casi todos alemanes y ninguno español- se dieron cuenta que ofrecían un resultado más que dudoso en el que, en algunos casos, el remedio es peor que la enfermedad. Una vez aplicado y consolidado, en el gel se creaban fuertes tensiones que terminan por romper los compuestos y hasta la propia piedra. Sin embargo, decidieron innovar y aplicaron los nanomateriales (compuestos de dimensiones muy pequeñas) a su producto. Su éxito consiste en que el gel de silicio que utilizan solidifica de una manera más ordenada (en polímeros o grandes acúmulos de moléculas) y no se fractura, con lo que no rompe la propia piedra.

Además, el gel de la Universidad de Cádiz reduce la porosidad de la piedra, que de esta manera absorberá menos agua de la atmósfera y del suelo (sus dos fuentes de líquido) y reducirá su deterioro en buena parte.

Dos en uno

Los científicos han querido dar un paso más en la protección de los monumentos del agua y han añadido propiedades hidrófobas (que repele el agua) a su gel, dotándolo así de una doble función: arregla los daños del agua e impide que entre más. La clave del hallazgo consiste en añadir cadenas orgánicas (carbono e hidrógeno) al propio producto para que las gotas de agua resbalen por la superficie del monumento que se protege.

Una vez diseñados los compuestos, se han probado en cientos de muestras en laboratorio. El primer paso consiste en aplicar el gel comprobar sus efectos sometiendo a la piedra a pruebas de compresión (qué fuerza aguanta sin romperse) y erosión (resistencia a ser pulida), además de porosidad.

Cien años en tres meses

El laboratorio acaba de recibir un nuevo aparato que significa un gran paso en ese tipo de pruebas. Se trata de una cuba en la que se introducen las muestras y que reproduce las condiciones atmosféricas que puede sufrir un monumento como la Catedral de Cádiz (presión, temperatura y salinidad del aire) de manera acelerada. «Podemos simular en tres meses lo que sufre una piedra en cien años», dice María Jesús Mosquera.

De momento, los resultados de las patentes han sido positivos. Tanto, que el grupo ha sido uno de los primeros de la Universidad en poner en claro beneficios económicos a partir de un descubrimiento. Desde hace un año, la multinacional Tino Stone, dedicada a comercializar piedras exóticas, ha contratado a los investigadores para probar sus productos en las rocas que vende. Se trata de la caliza Wembé, que proviene de China y de la arenisca Luna, italiana. «Son muy caras, muy vistosas, pero se degradan pronto», dice Mosquera.

Incluso, una de las empresas fabricantes de los geles que están en el mercado ha iniciado las conversaciones para comprar la patente y fabricar el compuesto ella misma.

Otro miembro del grupo, Juan Illescas trabaja desde hace un año para la Junta de Andalucía estudiando las piedras de los monumentos andaluces y su consolidación. Según Mosquera, la mayor parte del patrimonio de Cádiz está hecho de biocalcarenitas, sulfato cálcico proveniente de las conchas de los moluscos. Es el caso de la piedra palomera de la catedral de Cádiz, o de la piedra ostionera. Por su parte, Desirée de los Santos está preparando su tésis sobre el tema y trabaja para el Ministerio de Educación y Ciencia en el Plan Nacional de Materiales. Su trabajo consiste en estudiar los efectos de su producto a nivel nacional. fapaolaza@lavozdigital.es