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El terrorista que atentó contra la escuela talmúdica de Jerusalén tenía tarjeta de identidad israelí

El fallo de seguridad alarma al Gobierno, que se plantea aislar el este de la capital, donde vivía el palestino autor del ataque Una bolsa de basura desató ayer el pánico en el centro de la ciudad

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El Gobierno de Israel tembló ayer ante su propia vulnerabilidad al certificarse que la autoría del mayor atentado perpetrado en Jerusalén desde el año 2004 correspondía no a un terrorista de Gaza, como en repetidas ocasiones habían alertado los servicios de seguridad interior del Shin Beit, sino a un vecino del este de la capital, palestino con tarjeta de identidad hebrea, que, al parecer, además actuó en solitario.

El fallo de este aparato de información, hasta ahora considerado como el más eficaz de los sistemas de protección del Estado judío, convulsionó la reunión convocada por el ministro de Defensa, Ehud Barak, para determinar la réplica a este ataque. En ella, la voz del viceprimer ministro, Haim Ramon, hasta ahora uno de los máximos partidarios de dejar caer todo el poderío militar hebreo sobre la Franja de Gaza para acabar con el terror, se alzó para llamar al aislamiento, mediante un muro de hormigón, del Jerusalén árabe ocupado.

El ministro de Defensa, Ehud Barak afirmó que «este ataque prueba que los vecindarios exteriores de la capital deben estar al este de la valla». La reclamación del titular de Defensa fue secundada por la que realizó el ministro del Interior, Avi Dichter, quien abogó por adoptar medidas de «expulsión a Cisjordania de todos los árabes de Jerusalén involucrados en acciones militares».

Mientras tanto en prevención ante la posibilidad de un nuevo ataque, Jerusalén fue blindada. Se puso especial atención a la Explanada de las Mezquitas, que se encontraba atestada de gente en viernes de oración, y los núcleos más turísticos como la comercial calle Ben Yehuda, donde los artificieros procedieron a la voladura controlada de una bolsa de basura sospechosa que había desatado el pánico en el centro de la ciudad.

Prueba del nerviosismo instalado en la oficialidad israelí fue ayer que dos aviones del Ejército volvieron a sobrevolar Beirut. Esta operación supone una enésima violación del espacio aéreo libanés que coincidía con la reclamación del atentado por parte de las llamadas Brigadas de Mughniya, vinculadas al asesinado número dos del partido Hezbola.

Reivindicación

El desconcierto llegaba, no obstante, con la confusa reivindicación del crimen de Jerusalén puesta en escena ayer por Hamas. Sus militantes en Gaza atribuyeron los asesinatos a través de la megafonía de las mezquitas a su brazo armado, las Brigadas de Azzedin al-Qassam, con el anuncio de que publicarían «un comunicado en el momento apropiado» con más detalles sobre el ataque.

El ala política del movimiento, a través de declaraciones de uno de sus principales líderes, Ismail Radwan, dijo no saber nada de los preparativos de este ataque.

La presión sobre el Gobierno judío era espoleada ayer desde la imponente ceremonia mortuoria que, por la mañana, se desarrolló en la escuela talmúdica escenario del atentado en el que el jueves murieron ocho estudiantes, víctimas de las balas disparadas por el palestino Ala Hisham abu Dahim.

En el responso, el rabino Yakov Saphira cargó contra el Gobierno de Ehud Olmert dejando en evidencia que su error había puesto en jaque a todo Jerusalén. «El autor del ataque no iba contra nadie en particular, sino contra todos los que vivimos en la Ciudad Santa», dijo el rabino, que aseguró que «todos nosotros pensamos que hay que encontrar un liderazgo que sea mejor, más fuerte, que tenga más crédito».

La multitud que se congregó en Mercad Harav, el seminario talmúdico semillero de importantes líderes políticos de los partidos ultranacionalistas con representación en el Parlamento, exigía el fin de las negociaciones de paz.