Leonor Leal. / J. C. CORCHADO
Cultura

La melaza de Leonor

La bailaora dio buenas muestras de su calidad interpretativa

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Era la gran oportunidad de Leonor Leal de lucirse en solitario en la tierra que la viera nacer tras pasar por una serie de importante compañías de la talla de Javier Barón, por citar un ejemplo. Lo primero que se percibe con su baile son sus grandes fundamentos, ya que Leonor hunde sus raíces primeras en las enseñanzas del baile clásico español, cuyas características se difuminan en cada paso y en la forma de colocarse en el escenario. El holandés Tino Van der Sman ofreció sus acordes por farruca, un baile que precisa elegancia y sobriedad.

Para su puesta en escena, la jerezana optó por un equilibrio perfecto entre la modernidad y la tradición, aspectos que maneja con igual soltura. Destaca igualmente su elegante braceo y la estilización de su figura. Los cantaores Antonio Núñez El Pulga, Jeromo Segura y Javier Rivera cierran filan en torno a la pena negra. Aparece el martinete, denso y profundo, a modo de interludio para que Leonor Leal reaparezca con el compás ralentizado de los tientos que le permite deleitarse con cada tercio, a la hora de escuchar el cante, con detenimiento y templanza. El remate, como es usual en estos casos, viene representado por los tangos, en los que evidencia aún más su delicadeza bailaora. El as que guardaba en su manga de lunares era la intervención de El Choro, un bailaor de Huelva con una grandes facultades y un mejor porvenir, quien además hacía sus primeros pinos en el Festival de Jerez y que gustó mucho por los fundamentos que atesora, especialmente a la hora de meter los pies. Para el final, tras los toques del holandés Tino Van der Sman y David Vargas, Leonor culminó su actuación por alegrías, con garbo y dando unas muestras innegables que se halla en un proceso de maduración que le puede llevar a grandes cotas.

Como buena jerezana, en este feliz regreso a su tierra, regaló una serie de bulerías impecables, con sabor, delicadeza y grandes dosis de compás del bueno. Hay mucho Jerez oculto que tiene todos los merecimientos.