Los conciertos de Palacio

Vibraciones positivas

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En el escueto cuadrilátero de madera de la sala que recibe a los artistas que intervienen en el ciclo Los conciertos de Palacio se posicionan de un lado Daniel Casares y del otro Morenito de Íllora. Suerte que no se enfrentaron el uno al otro, pero cada uno en su campo supo ganar y demostrar su valía.

Doble sesión para la tarde de ayer Lunes en el Palacio de Villavicencio. Por un lado, toque conceptual, armónico, cargado de genio y con una solera que se evidencia en cada nota. Daniel Casares es malagueño y nos visitó por primera vez dando un recital acorde con las vanguardias sucintas del toque de este casi estrenado siglo.

Su carta de presentación se nos entrega en forma de sobre con unas malagueñas de gran solemnidad. Perfilados dedos se pierden en las cuerdas de la sonanta. Con sello propio, y no de correos, sino de elaboradas tramas musicales que siguen un guión ordenado. Un dominio exagerado de la técnica (que tanto ha avanzado en las últimas décadas) es uno de sus impactantes métodos para conseguir que sus falsetas arranquen los murmullos del público. Con una mayoría de interpretaciones extraídas de su cuarto trabajo discográfico, nos acerca a la realidad subjetiva de su toque por guajiras, alegrías y bulerías. Conocimiento y sensibilidad en el toque de Daniel.

Como mencionaba anteriormente, tiempo para el segundo round, que lo ganó el granadino Morenito de Íllora. Cantaor largo, ha sabido ejercer su trabajo con dignidad y aprovechar cada gota de su cante dándole personalidad y su particular y toque de gracia.

Con carcelera y martinete se templa. Se hizo acompañar del anterior púgil, Casares, que igual sirve para un roto que para un descosío. Serenidad suntuosa en cada armonía por soleá para dejar a Morenito que demuestra su largo saber en los estilos del De la Paula en sus diversas variantes, así como con la de Frijones y Serneta. Fandangos del gloria del cantor jerezano Chocolate fueron los servidos en bandeja para finalizar por bulerías.

Y, curiosamente, aprovechó su actuación para darnos a conocer el joven cante de su hijo Joselito Montoya que saboreó las mieles del éxito en unas cortas bulerías de soniquete modernito en letras tradicionales. Una ocasión para presentar al joven varón y apostillar que su primer disco está casi en el mercado. Ya se sabe, la mejor publicidad es el boca a boca, y hay que aprovecharlo, en los tiempos que corren, que la cosa está mu malita.