CITA. Es uno de los profesores más demandados cada año en el Festival de Jerez. / T. SÁNCHEZ.
JAVIER LATORRE BAILAOR Libro de visitas

«Los españoles creen que no necesitan aprender»

Desde hace ocho años recorre medio mundo para impartir clases especializadas

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Javier Latorre, uno de los maestros estrella que atesora el Festival en su presente edición, ha recorrido durante los últimos ocho años medio mundo impartiendo cursos de distinto nivel a aficionados y profesionales. Ahora, en Jerez, ha conocido lo que significa enfrentarse a una clase en la que 20 alumnos hablan diez idiomas diferentes.

-¿Qué hay que tener para enseñar flamenco en tantos rincones del planeta?

-Formación, una trayectoria que te abale, idiomas y paciencia. A nivel formativo, el Festival de Jerez es un auténtico referente. Desde el principio ha habido mucha seriedad, rigor y exigencia a la hora de elegir a los profesores, entre los que tengo la suerte de encontrarme.

-¿Llegan muy 'verdes' los alumnos?

-Aunque los cursos se dividen en distintos niveles, lo cierto es que los alumnos acaban apuntándose según los profesores. Te encuentras, en la misma clase, con todo. Hay que ser flexible, aunque yo pongo alto el listón: el que se pueda llevar el 100% de la información que se la lleve, y el que se tenga que quedar con 20, pues que la aproveche.

-¿Y el idioma?

-Me manejo bien en inglés, francés e italiano, pero hay que tirar mucho de gestualidad. El baile, por sí solo, es un lenguaje con sus propios códigos.

-¿Está variando su procedencia?

-Ha habido un incremento notable de alumnos procedentes de China y Taiwán. Lo que no falla es el bajo porcentaje de españoles. Aquí, cuando uno se sube al escenario por primera vez, ya se cree un profesional que no necesita aprender nada de nadie. Nos pasamos de vanidosos.

-Tiene fama de ser el profesor más divertido. Además de su rigor magistral, parece que su sentido del humor también influye en la demanda de sus cursos...

-Me río mucho. Hago gestos, grito, meto bromas, chascarrillos, y me pongo irónico, ácido incluso. De lo que se trata es de relajar la clase. Es imposible manejar el cuerpo cuando ellos están tensos. Lo que pretendo es que se sientan como en casa, como si me conocieran de toda la vida. Así aprenden más, hasta sin darse cuenta.

-¿Qué tiene el flamenco para que una chica de Taiwán de 20 años se venga a Jerez diez días a aprender a bailar?

-Es un misterio. Ni siquiera nosotros conocemos la clave precisa. Es una cultura internacional. Los sentimientos son universales: el amor, la rabia, la fatiga. Cuando una chica de Taiwán, por seguir con tu ejemplo, es capaz de asimilar lo que transmite el baile, en toda su intensidad, es normal que se contagie. Y si tiene cierta inquietud por la danza... se la juegue. Seguro que le sale bien. dperez@lavozdigital.es