PAN Y CIRCO

Crónica de una gala

En uno de esos hoteles-ciudad de Sancti Petri, cuartel de invierno del inserso germano, se celebró la gala de la Asociación de la Prensa Deportiva. La desmesurada presencia de personal de la Policía Local invitaba a pensar que en el recinto se encontraba Hillary Clinton, pero -nada más lejos de la realidad- era el alcalde de Chiclana el que protagonizaba semejante despliegue. En el amplio reservado fue un verdadero placer ver a figuras de la talla de Ángel Nieto y Pepu Hernández, pasado y presente glorioso del deporte español, aunque en el primero afloren desgraciadamente caprichos de figura mediática.

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La presencia del valencianista y portuense Joaquín fue la guinda de un trabajo magníficamente ejecutado y de una organización primorosa que dice mucho en favor del casi siempre vilipendiado Fernando Perea (y su equipo de gestión). Resulta casi milagroso que, en el actual periodo prebélico que vive la Asociación, un acontecimiento de esta envergadura rozara la perfección. Y si no la alcanzó fue precisamente por ese mar de comentarios fuera de lugar que durante toda la noche retumbó en los oídos de los presentes. La nota freaki de la noche la pusieron el jerezano Güiza y su famosa señora, ejerciendo de elefantes en una exposición de cristal de Bohemia. Los políticos cumplieron con su guión de hablar mucho y no decir nada, defecto que adquiere tintes estratosféricos en plena campaña electoral.

Lo bueno que tienen estas citas es que siempre acaba uno por encontrarse con un viejo rostro conocido que hacía tiempo que no veías y que hace que la noche acabe por merecer la pena. Llegado el momento del ágape, y como es norma habitual, la gente enterró las formas para apilarse en torno a las viandas y ponerse a tragar como si la vida les fuera en ello, vicio público que vino a ratificar el éxito de la gala. El señor Perea -con todos sus defectos y virtudes- ha puesto el listón muy alto.