MÁS VISITAS. Imagen de un crucero de lujo amarrado al puerto de la capital gaditana. / LA VOZ
Ciudadanos

La provincia se aferra al turismo como tabla de salvación frente al desempleo

El sector turístico cree que podrá asumir parte del paro que provoca la crisis de la vivienda Horeca espera recuperar la mano de obra que se fue a la construcción por sus altos sueldos

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La tormenta se ha desatado sobre el mercado laboral de la provincia gaditana. El flamante velero que navegaba a mejor ritmo que la media española se ha revelado demasiado frágil con las primeras olas de fuerte marejada y las vías de agua brotan por todas partes, sobre todo, en el camarote de la construcción. Los primeros en caer al agua han sido los marineros del ladrillo, que ya suman casi 17.300, la peor cifra en un comienzo de año desde 1996, allá por los últimos bandazos de la anterior crisis económica. Pero no son los únicos. Cádiz suma más de 113.000 desempleados, también el peor registro en una década.

¿Quién lanzará el salvavidas en mitad de la tempestad? El turismo se ha presentado como voluntario. La idea ha ido creciendo desde principios de año entre los responsables del Gobierno nacional y autonómico. Hay que derivar a las víctimas del andamio hacia la industria y el sector servicios. Cádiz podría ver tierra en ambos casos. En el primero, con la puesta en marcha del Plan de Competitividad para la Bahía, que incluye las ayudas a la reindustrialización anunciadas esta semana. Sin embargo, la eventual llegada de nuevas industrias a la sombra que dejó Delphi es más una medida a medio plazo, así como la compensación del frenazo en el sector inmobiliario gracias al Pacto por la Vivienda y sus decenas de miles de nuevos edificios de VPO.

El turismo, al rescate

Queda entonces como flotador el sector servicios, que en Cádiz se entiende desde la óptica del turismo. «¿Por qué no? Tenemos la capacidad y el producto, por lo que puede ser una buena oportunidad, aunque habría que cambiar un poco la mentalidad y agilizar la oferta provincial», otea el presidente de la Cámara de Comercio gaditana, Ángel Juan Pascual.

«Es lo que viene haciendo desde hace unos años y volverá a hacerlo durante 2008», corrobora Antonio Arcas, director del Observatorio de Turismo de la provincia, que recuerda que el número de personas que trabaja en hoteles -sólo en hoteles, luego hay que sumar el resto de la hostelería y el efecto sobre el empleo indirecto- se ha duplicado en unos pocos años. Ahora hay 7.185 empleados en algún establecimiento en la provincia y el turismo seguirá creciendo aún durante un buen tiempo. ¿Y este año? También. A menor velocidad que en temporadas precedentes, pero hay que recordar que entonces se iba de récord en récord. «Habrá crecimiento seguro, por mucho que se note cierta ralentización», pronostica Arcas.

Los antecedentes

Las credenciales del turismo en ejercicios anteriores cubren en parte este optimismo del mundillo turístico. Cada vez que comenzaba la temporada desde hace un decenio, el número de parados en el sector, según el Servicio Andaluz de Empleo, se reducía en unas 3.000-4.000 personas, para luego incrementarse en octubre y caer en diciembre.

El tobogán es un clásico entre las cifras de desempleados de la provincia, si bien en 1996, según datos de la Encuesta de Población Activa, el número de ocupados en los servicios gaditanos era de apenas 170.000 personas y en 2007 esa cifra estaba ya en los 309.000. La constatación de que en enero de 2008 había 56.119 parados -y eso supone la mayor cifra en 10 años- no debe ser tomada por la tremenda del frío dato sin contexto, porque la ocupación demuestra que casi se ha duplicado el empleo en esta actividad.

Además, este año parece surgir una novedad más respecto a los últimos ejercicios. Antonio de María Ceballos, presidente de Horeca, admite que el paro de la construcción puede venirle bien a la hostelería. «Con el boom de la construcción, muchos jóvenes prefirieron irse a la obra porque cobraban mucho más y se encontraba empleo fácil y rápidamente. Eso ha provocado que durante otros veranos haya sido bastante complicado cubrir la demanda en el sector de la hostelería, algo que seguramente no pase éste, por lo que se está viendo de destrucción de empleo en la construcción», explica el portavoz de la asociación de hosteleros gaditanos. El optimismo se agranda cuando se habla con el presidente de los hoteleros de la provincia, Antonio Real, quien prevé «mantener el mismo ritmo de ocupación que el año pasado». La patronal de los establecimientos con estrellas subraya asimismo que este año la temporada viene con adelanto, ya que la Semana Santa se celebrará a mediados de marzo, al igual que el Gran Premio de Motociclismo.

Sólo con estas dos citas, el sector empezará a calentar motores y ya no volverá a ponerse al ralentí hasta octubre. Es decir, que la tabla de salvación que supone el turismo estará aquí antes que nunca y en eso supone otro punto de ventaja respecto a lo ocurrido en temporadas precedentes.

El consumo manda

Como en todo, hay objeciones. Una tormenta no deja de ser una tormenta y de la calma es mejor no fiarse por mucho que se tenga el salvavidas a mano. Por eso, sobrevuela una nube sobre el turismo gaditano que preocupa a todo el sector: la restricción del consumo. «Porque está claro que la gente no va a gastar lo mismo este año por la crisis de las hipotecas o las subidas de los precios de los productos más básicos como los alimentos», sostiene Horeca a través de su presidente. Con todo, el colectivo de hosteleros no teme tanto una restricción en el número de visitas durante el verano como una moderación en el gasto diario de los gaditanos en sus restaurantes y cafeterías. «Puede que las vacaciones sean sagradas, pero el aperitivo o el desayuno serán los primeros gastos que se recortarán cuando haya que ajustarse el cinturón», declara Ceballos.

Antonio Arcas, del Observatorio, no ve tan claro el efecto de la crisis y contraataca con una apreciación de lo más gráfica: «Somos capaces de dejar de comprar unos pantalones con tal de irnos de vacaciones porque ha pasado de ser un lujo de unos pocos a una necesidad». «Es lo último que se dejará de hacer», secunda el presidente de la Cámara de Comercio de Cádiz, que incide en que la provincia es un destino nacional en verano y, por lo tanto, las vacas flacas le afectan en menor medida porque el gasto no es tan elevado.

«Es una buena oportunidad», concluye Arcas antes de lanzar un mensaje que quizás no case con este aprovechamiento de río revuelto y rescate a toda prisa: «La mano de obra tendrá que ser cualificada, si no queremos dilapidar nuestro futuro turístico con mano de obra no profesional».