Cultura

Ellas salen del armario

Jóvenes diseñadoras gaditanas cuentan cómo sobreviven en el competitivo mundo de la moda con la ilusión de ver algún día desfilar sus colecciones sobre las mejores pasarelas

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El empeño cuelga como una etiqueta de cada una de sus creaciones. Las ganas son las costuras que tejen el patrón de su día a día en talleres improvisados que inundan de colores y formas increíbles. Intentan ser diferentes porque saben que es la única fórmula para ascender a la cúspide Cibeles. Aún así, lo siguen intentando. Creen en lo que hacen y la vocación les empuja a seguir inventando. Los jóvenes diseñadores se imaginan con tesón que algún día los escaparates vistan sus colecciones. Esta es la historia de tres voluntades: las de tres chicas que quieren aprovechar cualquier oportunidad para demostrar lo que valen. Soraya, Analó y Paloma exprimen su creatividad al máximo sin que el hecho de residir en Cádiz, lejos de los poderosos tentáculos de agencias, grandes marcas y tiendas, les mate la ilusión de continuar en la lucha.

Soraya Cabeza tiene 25 años. «Cuando en el instituto me hablaban de las carreras que podía hacer, ninguna me gustaba», explica. Por eso, con tan sólo 16 comenzó a hacer realidad su verdadero sueño: la moda. Empezó en Cádiz modelismo y continuó con estilismo en Jerez. «Hice otros cursos hasta que no me quedaron más cosas que estudiar aquí». Cogió las maletas y marchó desde Puerto Real a Barcelona. Allí fichó por la firma Pronovias para hacer patronaje pero, como sabía que le quedaba mucho que aprender del oficio, decidió estudiar diseño por ordenador. Ahora Soraya acaba de patentar su propia marca. «Se llama Xircuito. Es un estilo urbano, casual y deportivo. Creo que la mujer puede estar cómoda y guapa a la vez», reivindica.

Pastelera y modista

Pero a pesar de sus ascensos, la joven modista mantiene los pies en la tierra. El diseño es caro: los tejidos, accesorios, o los pedidos a los talleres de costuras suponen una gran inversión. «Mis padres me apoyan en todo pero tampoco es cuestión de aprovecharse», bromea la diseñadora que, consciente del gasto que supone la moda, divide la semana entre las horas de costura y los fines de semana que pasa atendiendo a los clientes de la pastelería familiar, La Puertorrealeña. Mientras, sigue «sobreviviendo». «Hago encargos para tiendas, participo en mercadillos de jóvenes diseñadores y aprovecho el verano para vender algunas prendas en los puestos de Conil».

El dibujo fue lo que llevó a Analó Holgado al diseño. Su pasión por ilustrar en papel todo lo que se le ocurría le abrió el apetito de la confección y comenzó a customizar su ropa. «Empecé la Licenciatura de Bellas Artes en Sevilla, pero tras un año en la facultad, decidí dejarlo todo por los estudios de diseño de moda». La vocación por la costura pudo con la modista de Villamartín. Cuando se despidió de la universidad comenzó a informarse sobre la formación que podía recibir. «En vistas de que la mayoría de las escuelas eran privadas y muy caras, me decanté por otras enseñanzas artísticas, y encontré en Jerez el ciclo de dos años en modelismo de indumentaria» -y añade- «si bien he aprendido mucho de algunos profesores, otros han intentado minar la persecución de mi sueño», recuerda de aquella etapa. Analó no creyó en los malos augurios sobre la profesión de sus educadores y siguió en el empeño. Ahora acaba de volver de Suiza donde ha visitado ateliers y estudios en Bern, Luzem y otras ciudades del país para ver cómo trabajan al otro lado de la frontera.

Dice que sus diseños son «muy frescos y ponibles» y admite que son atrevidos porque «tienen un toque infantil». Aunque por el momento le apasiona la ropa de mujer, no descarta en el futuro dedicarse a la moda infantil.

A pesar de su sueño, esta chica de 23 años, que quedó tercera en el último Certamen de Jóvenes Diseñadores de la provincia, sigue trabajando como animadora sociocultural. «Es difícil dedicarte de lleno a la moda, trabajar por tu cuenta. Quiero quedarme en mi tierra aunque entiendo que, para estar al día, tengo que moverme. Aquí encuentro mi fuente de inspiración, la luz y la tranquilidad que me da Cádiz».

Como mamá

«Dentro de nada seré modista», sonríe Paloma Alba que estudia el último curso de diseño industrial de moda de Sevilla. Lo suyo viene de familia. «Mi madre me lo ha inculcado. Ella hace sombreros y tocados. Desde pequeña he estado relacionada con este mundo», cuenta la portuense que ahora está a punto de lanzar su propia marca: Momita. «Es una moda muy joven, llamativa, de mucho color. Quería vestir a una mujer con ganas de divertirse, alegre».

Visitas al Simof, cursos en Barcelona y Madrid...y sobre todo, mucha ilusión para poder cumplir su sueño. «Es necesario salir de Cádiz porque, en moda de nuevos diseñadores, no hay nada». Paloma sabe que sin el apoyo de su familia quizá no podría lograrlo. «En esto, todo es muy caro. Yo vendo en tiendas pero no es suficiente». Su referente es su madre. «Me da muchas ideas y, ¿como no!, podríamos hacer cosas juntas. ¿Mi padre? lo vive con nosotras». Paloma, como el resto de sus compañeras de oficio seguirá en el empeño. Su meta como la de Analó y Soraya: «ver algún día desfilar mis diseños».

Estas historias se repiten por toda la provincia. La moda ya no es cosa sólo de unos pocos. El diseño crece y, a pesar de franquicias e imperios intocables que salen incluso a bolsa, aún les queda la originalidad. «Si no lo intentas, nunca lo conseguirás».

malmagro@lavozdigital.es