Sociedad

El Papa advierte que la ciencia no puede ser el único criterio del bien

La más importante figura del mundo católico, el padre de todos los cristianos de la Iglesia de Roma, se pronunció ayer sobre los derroteros del progreso científico. El papa Benedicto XVI destacó durante un discurso que es necesario educar las conciencias de los hombres para que la ciencia no se transforme en «el criterio del bien» y subrayó la obligación de respetar al hombre como centro de la creación y a no manipularlo.

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El Pontífice hizo estas manifestaciones en el discurso que dirigió a los participantes en el congreso La identidad mutable de los individuos, promovido por la Academia de las Ciencias de París y la Pontificia Academia de las Ciencias, a los que recibió en el Vaticano.

«En esta época, en la que el desarrollo de las ciencias atrae y seduce por las posibilidades que ofrece es más importante que nunca educar a las conciencias de nuestros contemporáneos para que la ciencia no se transforme en criterio del bien», advirtió el Papa.

El Obispo de Roma agregó que el hombre debe ser respetado como el centro de la creación y que no se puede convertir en «objeto de manipulaciones ideológicas, de decisiones arbitrarias, ni tampoco de abuso por parte de los más fuertes sobre los débiles».

Peligros

El Papa Ratzinger añadió que los «daños» causados por esas manipulaciones y decisiones arbitrarias «los hemos podido comprobar a lo largo de los siglos y especialmente en el siglo XX».

El Papa Ratzinger destacó que el ser humano tiene una capacidad específica, que es la de discernir lo bueno y el bien y que ninguna ciencia puede decir «quien es el hombre, de donde viene y a donde va».

A este respecto, el Papa teólogo añadió que el hombre «es mucho más de lo que se ve o se percibe por la ciencia» y reiteró que hay que salvaguardar su dignidad «desde el periodo embrionario hasta la muerte natural».

«El hombre no es fruto del azar, ni de un conjunto de circunstancias, ni de interacciones psicoquímicas. Es un ser que goza de una libertad que, teniendo en cuenta su naturaleza, la trasciende. Esta libertad hace que pueda orientar su vida hacia un fin y pone de manifiesto que la existencia del hombre tiene un sentido», destacó Benedicto XVI.