Contraportada

Una factura desorbitada

Gas Natural demanda por injurias a la empleada que giró un recibo en Valencia a nombre de Antonio Gilipollas Caraculo

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En noviembre, Antonio Badín Moreno, vecino de Valencia, recibió en su domicilio el habitual recibo del gas. 57,62 euros. Una pasta. Lo raro es que la factura que apareció en su buzón iba dirigida a Antonio Gilipollas Caraculo. Se supone que el cartero debió guiarse por las señas más que por los insólitos apellidos. El ciudadano Badín montó en cólera y decidió quejarse ante la empresa Gas Natural. Le ofrecieron disculpas y la promesa de que aquello no iba a quedar así, que iban a investigar el caso.

Dos meses después, las pesquisas han dado resultado. Vanesa G. T. ha sido expedientada, demandada por injurias y por revelación de secretos de los clientes después de que los investigadores descubrieran que su clave personal aparecía en el ordenador desde el que se manipuló la filiación de Antonio Badín.

Según Gas Natural, Vanesa G. T. «se ha dedicado a acceder a los datos de algunos clientes» para modificar sus apellidos con epítetos «insultantes e injuriosos». La mujer, contratada por Sitel Ibérica, trabaja en la empresa que gestiona informáticamente los datos personales de los clientes de Gas Natural y se ocupa de las facturas de la compañía. Según fuentes de la investigación, Gas Natural desconoce aún cuántos clientes han podido verse afectados por las prácticas de Vanesa G. T. La gasificadora considera que las acciones de Vanessa G. T. suponen un daño para la imagen «y el buen nombre» de la compañía. Gas Natural también toma en cuenta el daño moral sufrido por el cliente.

Antonio Badín apenas pudo creer lo que leían sus ojos. En la factura todo era correcto: el consumo, los datos del domicilio, la evolución bimensual del consumo de gas, el número de cuenta al que se cargaban los recibos... Todo cuadraba excepto sus apellidos, alterados por los malsonantes Gilipollas Caraculo.

Huella digital

Badín protestó ante la compañía que, de inmediato, le presentó sus disculpas y le prometió indagar. En el mundo de la informática, a veces, basta con tirar del hilo. Los investigadores han podido localizar la huella digital de Vanesa G. T. en el ordenador desde el que se alteraron los datos personales en la facturación.

El cliente burlado investigó por su cuenta para conocer si otros clientes habían sufrido un agravio semejante. Sin éxito. Por lo visto, Vanesa sólo lo escogió a él. Tras recibir la factura injuriosa Badín declaró: «No tengo ni idea de quién ha podido ser, no conozco a nadie; creo que me ha tocado a mí como le podía haber tocado a otro, y pienso que el que lo ha hecho o está buscando que le despidan o está mal de la cabeza». Se desconoce por el momento si existe algún lazo que conecte a Badín con Vanesa G. T.

Lo que parece claro es que la factura no la pagó Antonio Gilipollas Caraculo sino el susodicho Antonio Badín Moreno.