EL TENDEDERO

Es tiempo de pecar

Este es el tiempo de pecar por excelencia. Todos los placeres de la carne deberían estar permitidos en Carnaval, aunque luego doña cuaresma se alce en triunfal victoria, como en El Libro del Buen Amor.

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Queremos revitalizar en nuestra ciudad la fiesta del Carnaval, pero no termina de cuajar, quizás porque una sociedad como la jerezana aún no ha terminado de comprender e interiorizar el verdadero significado de esta fiesta. Es la fiesta de la perversión por excelencia; pero no se vayan siempre a lo peor, se trata más bien de invertir el orden de las cosas, o sea de desordenar lo ordenado. En tiempo de los romanos, origen de la mayoría de nuestras tradiciones, se celebraban fiestas en honor al dios Baco (Dionisio en la versión griega) y en honor a Saturno. Las primeras eran llamadas matronalias y se caracterizaban, entre otras cosas, porque las mujeres tomaban el poder y tenían la capacidad de decidir sobre los hombres, incluso podían llevar la iniciativa de sus encuentros sexuales sin que por ello fueran criticadas. Haciendo esta pequeña y simple revisión de la historia parece mentira que haya pasado tanto tiempo y las cosas hayan cambiado tan poco. En el fondo a la mayoría de los hombres sigue produciéndole inquietud encontrarse enfrente a una mujer que no le pida permiso para actuar como le venga en gana. Dice un amigo mío que siempre es mejor pedir perdón que permiso. En fin.

Por otra parte, en las fiestas en honor Saturno, llamadas saturnalias, lo que se alteraba era el orden social. Los esclavos pasaban a ser amos y éstos tenían que servirles. Mayor transgresión no cabe. Se comía y se bebía sin reparo y se podía decir todo aquello que el resto del año se callaba.

Durante este tiempo la permisividad, la exageración, la gula, la transgresión la libertad, constituían la norma.

¿Por qué en Jerez nos cuesta tanto, aunque sólo sea por unos días, alterar, o por lo menos cuestionar, el orden social?