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Día sí, día también, nos llegan desde Los Ángeles noticias sobre la inquietante trayectoria vital de Britney Spears. Es una información que tiene mucho de parte médico, porque en ella se recoge el oscilante estado mental de la cantante, que a estas alturas podría medirse con un sismógrafo.

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Dicen que Britney está viviendo una depresión (y un delirio, si atendemos a los síntomas) por culpa de haber perdido la custodia de sus hijos. El escándalo que armó hace unos días al negarse a devolverlos a su ex marido no sólo la llevó al hospital, sino también a perder su derecho a verlos dos veces por semana. Y esa ha sido la gota que ha colmado el vaso. Desequilibrada, pero madre al fin, la Spears no quiere vivir sin sus criaturas. «Moriría por mis niños si así tengo que demostrar que los amo», ha dicho.

Y para qué quieres más. Ya hay quien ha tenido el mal gusto de crear una web titulada ¿Cuándo va a morir Britney Spears? Precisamente ahora que hasta el implacable y por momentos cruel Mister Blackwell la retira de su lista de peor vestidas, alegando que la pobre bastante tiene ya con lo suyo, va un listillo y se permite abrir apuestas en la Red sobre la fecha de defunción de la princesa del pop. Encima, si aciertas, te regala una PlayStation 3.

Es cierto que de puro surrealista la vida de esta cantante es digna de videoconsola, pero la realidad está ahí. Britney es una madre de sólo 26 años, con dos críos de pañales que la necesitan. Y para demostrar que les quiere no tiene que morirse, sino justo lo contrario: tiene que curarse y vivir. Pero lo último es que la han visto comprando un predictor. Si no quieres caldo.