TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

Tarifa, porsupuerto que no

El pintor Guillermo Pérez Villalta, hijo predilecto de Tarifa, es uno de los primeros vecinos que han secundado la movilización ciudadana contra el proyecto de construcción de un megapuerto en dicha población. El grupo ecologista Agaden ha presentado ya una alegación a esta polémica obra, en un escrito dirigido al director general de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras en base al documento publicado en el BOE el pasado día 5 de diciembre de 2007.

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Se trata de una iniciativa que ha merecido el aplauso de las autoridades locales pero también el rechazo al menos verbal de una parte importante del sector turístico que entiende que con esta iniciativa puede verse perjudicado el turismo ecológico y de calidad que viene constituyendo el principal atractivo de este entorno durante los últimos veinte años.

La potenciación del puerto de Tarifa prevista por la Autoridad Portuaria de la Bahía próxima no sólo obedecería a necesidades del propio recinto portuario sino a un refuerzo en las infraestructuras locales, no exento de simbolismo si se tiene en cuenta que desde el litoral tarifeño suelen distinguirse de noche las luces del nuevo puerto de Tánger Med, en clara competencia con su rival situado en la orilla europea, apenas a once millas de distancia.

En cualquier caso, la polémica está servida: "Porsupuerto que no", es el lema elegido por algunos de los opositores a esta aventura que, en base a las alegaciones de Agaden, sustentan su postura en que «el proyecto de construcción de un megapuerto, como extensión del Puerto de Algeciras, atenta gravemente contra la apuesta del desarrollo turístico actual, y convertiría a Tarifa en un «barrio portuario de Algeciras», hipotecando la ciudad y su futuro a los intereses de la Autoridad Portuaria Bahía de Algeciras y de las compañías navieras de transporte de pasajeros y mercancías».

Los firmantes del escrito muestran su oposición al proyecto «por la desproporción del mismo y el cambio radical que supondría para el carácter e identidad de la ciudad de Tarifa, que en las últimas décadas se ha constituido, con gran esfuerzo e inversiones de todos los sectores, en un destino turístico y en un referente nacional e internacional sobre la base de: 1) la conservación de sus valores paisajísticos y medioambientales, de gran belleza y biodiversidad que la hacen única en el litoral español; 2) una oferta de excelencia turística cuyo principal activo es precisamente el patrimonio paisajístico y medioambiental con la calidad de vida que ello conlleva».

«El megapuerto proyectado supondría no sólo una obvia agresión medioambiental y paisajística sino que también originaría problemas sociales, al convertir a Tarifa en una ciudad portuaria en primera línea de frontera. Ello comportaría tanto problemas de seguridad como problemas de tráfico de turismos y camiones, con el consiguiente caos circulatorio; ejemplo de ello se puede observar reiteradamente en la ciudad de Algeciras que precisamente no goza de buena salud medioambiental».

Para colmo, la extensión de las obras alcanzaría desde el actual espigón d Levante, hasta el Camorro, justo en las lindes del Parque Natural del Estrecho cuyo entorno y fondos marinos se especial riqueza se verían evidentemente afectados, ya que «sepulta bajo el hormigón el ámbito inmediato de dicho Parque y sus aledaños, espacios que, en buena lógica deberían estar preservados de cualquier intervención industrial, urbanística o instalación alguna. Además, supondría un efecto irreversible para la riqueza de la costa de Tarifa y el Parque del Estrecho, incluida La Isla de las Palomas, por la contaminación que produciría el tráfico de ferrys y cargueros, además de la acústica y la lumínica».

La extensa alegación de Agaden también denuncia los efectos sociales y patrimoniales, pero abunda en una seria hipocresía administativa: «Este proyecto de megapuerto es absolutamente contradictorio con la actual política de la Dirección General de Costas y del Ministerio de Medio Ambiente, en sus esfuerzos recientes por preservar y regenerar el deteriorado litoral español, política que incluso ha puesto en marcha medidas que incluyen derribos y desmantelamientos de instalaciones en las franjas costeras, así como rehabilitación de playas urbanas. Motivo por el que tampoco se entiende el que se vaya a destruir irremediablemente otra playa más de estas características. También resulta paradójico que, por una parte, la Administración realice campañas de concienciación y de control por preservar la riqueza de nuestro litoral y, por otra parte, se pretenda construir un megapuerto que enterraría esta zona virgen bajo toneladas de hormigón».

En Tarifa, que ha logrado preservar durante las últimas décadas un modelo peculiar de crecimiento urbanístico, no falta quien recuerde aún cuando hacia 1980 todavía se barajaba la construcción de una central nuclear en Bolonia. En fin, las cosas.